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Año II - Nº 65 - Uruguay, 13 de febrero del 2004

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El fantasma demográfico sobrevuela Medio Oriente
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El fantasma demográfico sobrevuela Medio Oriente (Primera Parte)
Sionismo modelo 2004

Por: Ron Facundo Lerer
Colaboración de David Karp

Un Israel que no logre desprenderse de alguna forma del "abrazo" demográfico palestino, acabará siendo no democrático o no judío, o bien ni democrático ni judío.

Digámoslo de la forma más clara posible: el Estado de Israel, como hogar nacional del pueblo judío, como estado que se autodefine como judío y democrático, está en peligro de extinción. Es posible que el sionismo, de aquí a menos de veinte años haya fracasado como ideología y como movimiento nacional. Y es muy probable que, de así ser, esto no ocurra ni como consecuencia del terrorismo palestino, ni por el desarrollo y uso de armas de destrucción masiva de Irán. Dramática y paradójicamente es posible que el fin del Estado judío sea propiciado por decisiones erróneas de nosotros mismos, los israelíes. La razón de este posible futuro apocalíptico es la demografía.

La problemática del crecimiento demográfico en Oriente Medio no es nueva en absoluta. Quien quiso enterarse fue absorbiendo los datos durante los años. El tema fue presentado hace ya tiempo por demógrafos y activistas políticos de la izquierda sionista como explicación de la necesidad de abandonar los territorios hace ya más de una década. El autor de estas líneas escribió hace dos años, en diciembre del 2001, sobre la necesidad de una separación unilateral de los palestinos como modo de asegurar un futuro nacional judío en Medio Oriente. El tema ha vuelto a las portadas de los periódicos israelíes últimamente como consecuencia del famoso (y para algunos sorprendente) discurso del primer ministro Sharón -y la entrevista con el vice primer ministro Olmert- sobre la necesidad de separación territorial de los palestinos. Recordemos por ahora que ambos políticos pertenecen al Likud, un partido cuya base ideológica ha sido históricamente la indivisibilidad de la Tierra de Israel. Más tarde volveremos a este tema. Pero ahora hablemos de números.

Apretados, entre el Jordán y el Mediterráneo

Hoy en día viven entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo (es decir, en Israel y en los territorios ocupados) casi 5.4 millones de judíos y poco menos de 5 millones árabes. Según la oficina palestina de estadísticas, viven hoy en Jerusalén Oriental y Cisjordania 2.3 millones de palestinos, y en la Franja de Gaza 1.4 millones. Según estos datos (corroborados por la Oficina Central de Estadísticas israelí) los árabes ciudadanos de Israel son aproximadamente un millón. Ahora bien, según diferentes estimaciones, dentro de 10 a 15 años los árabes serán mayoría entre el Jordán y el Mediterráneo. La principal razón para la creación de una mayoría árabe son las tazas de natalidad: cada año nacen unos 160.000 bebés palestinos frente a unos 90.000 judíos. Las implicaciones políticas de estos datos con respecto al conflicto árabe-israelí son simples y fulminantes. A largo plazo, existen tan sólo tres "soluciones" a este problema:

1. La continuación de un único estado nacional en la zona: Israel convertido en un estado no-democrático que discrimina entre ciudadanos de diferentes etnias.

2. La creación de un único estado binacional entre el Jordán y el Mediterráneo.

3. La existencia de dos estados nacionales: Israel para los judíos, Palestina para los palestinos.

Analicemos estas posibilidades. En el primer caso, es decir uno en el cual Israel se quedara en los territorios manteniendo la actual situación y negara totalmente sus derechos a los habitantes palestinos (como proponía el Consejo de Judea y Samaria, el grupo de presión de los colonos), el estado se convertiría en una entidad anti-democrática, por no decir fascista, donde habitaría una mayoría árabe sin derechos bajo el yugo de una minoría judía. El estado resultante sería nominalmente judío, pero obviamente no democrático. Eventual pero indudablemente llegaría Israel a una situación casi idéntica a la sudafricana, con la final adopción, por presión internacional, de la opción 2: el estado binacional (recordemos que lo que había sido el Estado de Transvaal en Sudáfrica existe hoy sólo en los libros de historia). Un puñado de grupos ultraderechistas propone hace años la perpetuación de una "transferencia" de la población árabe a otros estados árabes. Dada la imposibilidad de realización de esta propuesta (sin siquiera referirme a la inmoralidad de ésta) no creo que haga falta analizar su validez.

La falacia del estado binacional

El segundo caso, el del estado binacional, es el defendido por muchos "activistas de izquierda" en todo el mundo y por una parte de la intelectualidad palestina. La retórica de esta gente dice desear crear, a través de la fórmula binacional, un estado más justo tanto para judíos como para palestinos. Pero esto es una falacia. Los datos demográficos expuestos aquí arriba demuestran que rápidamente los árabes obtendrían una mayoría, y que como consecuencia, rápidamente demandarían "democráticamente" (es decir, por designio de la mayoría) dar al estado un tinte palestino y/o árabe. Sólo un ingenuo puede creer que en la realidad mesoriental donde existen tradiciones tan "democráticas" como la iraní, iraquí o siria, los derechos de la minoría judía serían respetados. El estado binacional es por tanto para todo judío que, aún sin definirse como nacionalista, es conciente de su herencia y su bagaje cultural, un simple y puro suicidio nacional.

El liderazgo palestino (en boca del primer ministro Abú Alá) comprende esta problemática y ha comenzado - sorprendentemente tarde, se ha de destacar - a amenazar que en caso de que Israel no acepte sus posiciones dejarían de bogar por una solución de dos estados nacionales pasando a demandar la solución de un estado único binacional. De manera no sorprendente, esta demanda es apoyada por el híper democrático Irán que curiosamente cree que este es el "único camino democrático para solucionar el conflicto". No cabe duda que "la comunidad internacional" apoyaría la "legítima" reclamación palestina; las masas occidentales nunca comprenderían que eso significaría - ¿les importaría? - la negación del derecho básico a la autodeterminación del pueblo judío, al mejor estilo estalinista (es decir, que como judío me estarían obligando forzadamente a ser parte de un estado al cual no quiero pertenecer, tal como hizo Tito en Yugoslavia o Stalin en la Unión Soviética).

Así pues, la única opción sincera para alguien que desea que las futuras generaciones de israelíes vivan en un estado verdaderamente judío y democrático es la tercera: la existencia de dos estados nacionales, israelí y palestino, que cohabitan uno al lado del otro. Es por tanto ni más ni menos el interés nacional de Israel la creación de una entidad nacional palestina viable en los territorios de Cisjordania y Gaza. Esta necesidad es ampliamente comprendida hoy en día en Israel no sólo en los círculos de la izquierda y centro sionista, sino también en la derecha moderada.

La idea de la separación unilateral reflejada en estas páginas hace dos años proponía llevar a cabo la tercera alternativa, es decir delimitar la frontera del Estado de Israel y por ende la palestina en base a los intereses (de nuevo, en este contexto, sinónimo de demografía) de los israelíes. Obviamente mantenían los defensores de la idea de la separación unilateral que era preferible obtener la creación de un estado palestino por medios bilaterales, es decir negociaciones. Pero en caso de ser esto imposible, se explicaba, no se debía esperar a los palestinos ya que sus intereses son básicamente diferentes.

La izquierda como supervivencia

Pasaron dos años y más de 650 israelíes muertos, pero el liderazgo político del Likud adoptó finalmente una posición muy similar. Durante el mes de diciembre el vice primer ministro y titular de la cartera de Comunicaciones Ehud Olmert, un tradicional "príncipe" de la derecha ideológica, sorprendió a muchos israelíes al declarar que Israel debe retirarse de los territorios para salvarse a sí misma. Fue duramente criticado por miembros de su partido, el Likud, pero menos de un mes más tarde fue Ariel Sharón, primer ministro de Israel, presidente del Likud y padrino de los asentamientos en Cisjordania y Gaza, quien rompió el silencio. En caso de que los palestinos no cumplan con sus obligaciones para con la Hoja de Ruta, explicó el premier, Israel llevará a cabo una separación unilateral que "reduzca al mínimo la fricción entre israelíes y palestinos". Este programa se basaría en la discutida cerca de seguridad y en el "traslado", es decir evacuación, de asentamientos y colonos a territorio israelí soberano.

La cuestión del trazado de la cerca de seguridad es muy controversial y es posible que en los días en los cuales estas líneas son publicadas el tema sea tratado de forma muy antagónica en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El trazado es problemático no sólo desde el punto de vista de Ley Internacional, sino también desde el punto de vista de este artículo, ya que el actual delineamiento incluye demasiados habitantes palestinos dentro del lado israelí. Es más que posible que por la presión internacional por un lado, y por la presión interna por otro, la delineación de la cerca de seguridad sea eventualmente cambiada, acercándose cada vez más a la Línea Verde.

Sin embargo, ninguna posible condena o presión internacional (que podría llegar, según ciertos analistas, hasta una expulsión de Israel de la ONU) ni presión externa podrán detener la convicción de la opinión pública israelí sobre la necesidad de la delimitación de una frontera política (y no sólo de seguridad) y la necesidad de separar entre las poblaciones israelí y palestina. Y es que, paradójicamente, sólo la eventual creación de un Estado palestino puede salvar al Estado de Israel del suicidio demográfico.

Pues todo sionista ha de comprender que los objetivos del sionismo modelo 2004 -sean declarados o implícitos- han cambiado. Hemos de cambiar disquete: la realidad ha cambiado. Ya no se trata sólo de defender a toda costa a Israel frente a los ataques palestinos; o como fue para muchos judíos en todo el mundo, defender de manera axiomática la "necesidad" de los asentamientos judíos en Cisjordania en Gaza. Sionistas, judíos o simpatizantes con la causa del nacionalismo judío democrático han de comprender que el primer y más importante objetivo del Sionismo es la manutención de una mayoría judía en el Estado de Israel, más allá de sus dimensiones geográficas. Por más grande que sea, un Israel que no logre desprenderse de alguna forma del "abrazo" palestino, acabará siendo no democrático o no judío, o bien ni democrático ni judío. No hay otras opciones. No podemos seguir cerrando los ojos ante esta realidad.