Año II - Nº 80 - Uruguay, 28 de mayo del 2004
 
- Los derechos humanos y los hipócritas de siempre
- ANTEL discrimina las páginas uruguayas
- El ojo tuerto de Europa
- El Legado del maldito F.S.L.N.
- "BRUJULA", periodismo liceal
- Carta a un hijo ciego
- ENTREVISTA: Mientras haya un deudor que no pueda pagar, la crisis financiera sigue

- Somos todos pecadores

- La guerra la gano yo
- La politización del tema
- El árbol de papaya.
- Anécdotas Bancarias: El llamado fatal
- Onanismo político en Uruguay
- Así somos
- Hurgando en la web
- La llegada de pistola
- Chairando Ideas
- La portera negra
- Se nos viene la noche. Adios al veranillo
- Día del Desafío
- Información Ciudadana
- La Cocina Uruguaya
- Rincón de Sentimientos
- El Interior también existe
- Olvidémonos de las Pálidas
- Las Locuras de El Marinero
- Correo de Lectores

 
LA GUERRA LA GANO YO
por O.A.

Si Ud. es memorioso, le agrada el cine y tiene unos años, ha de recordar una película argentina realizada en el tiempo de la II Guerra Mundial, que se llamaba "LA GUERRA LA GANO YO" y cuyo protagonista era el veterano actor
cómico Pepe Arias. El actor personificaba a un comerciante que debía atender a clientes de muy diversa posición política, en aquellos tiempos en que la Argentina estaba muy dividida entre los Aliados y el "eje", como se le llamaba a la alianza nazi-fascista. Por lo tanto, el comerciante de marras disponía de un cuadro, en el que, de un lado, figuraba la efigie de Churchill, y del otro, la de Hitler. Según fuese la posición del cliente que se presentaba, Pepe Arias daba vuelta el cuadro para un lado u otro. De ahí el título del film, que ilustraba la hipocresía del personaje, dispuesto a falsear sin escrúpulos su opinión para obtener ventajas.
 
Caso similar se produce en estos momentos, en materia de presentación electoral del F.A. Por consejo de Mujica y otros políticos astutos, el candidato de dicho sector se presenta con distintas posiciones según sea la concurrencia. Si habla con el FMI o con los dirigentes del comercio o la industria, adopta una virtuosa y mojigata posición conservadora y moderada, llegando a manifestar que adoptará la misma política económica que rige actualmente (y que tantos vituperios le ha merecido). Si, en cambio, se
dirige a una fogosa audiencia formada por lo más selecto del sector radical (neofascista por práctica y convicción), se convierte en el revolucionario del año, y promete cambios sustanciales que pueden llegar a remover las raíces de los árboles.

Ahora bien: ¿qué sucede cuando debe enfrentar una audiencia múltiple, la que forma el conjunto del electorado nacional? ¿Cómo arreglarse ante esa situación? En su película, y teniendo que recibir
simultáneamente a un cliente fascista y a otro demócrata, Pepe Arias optaba por... descolgar el cuadro y guardarlo en un cajón!!! El candidato, que debe haberla visto, hace lo mismo: descuelga las intenciones y los programas del Frente, se las pone en algún recóndito enterradero, y expone la retahíla de buenas intenciones que, obviamente, son las mismas que las de cualquier otro sector político nacional o del exterior, o sea, no dice "nada".

Hasta ahí nada más, sin embargo, la similitud entre ambos.

Pepe Arias era un buen actor.