LA GUERRA LA GANO YO
por O.A.
Si Ud. es memorioso, le agrada el cine y tiene unos años, ha de recordar una película argentina realizada en el tiempo de la II Guerra Mundial, que se llamaba "LA GUERRA LA GANO YO" y cuyo protagonista era el veterano actor
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cómico Pepe Arias. El actor personificaba a un comerciante que debía atender a clientes de muy diversa posición política, en aquellos tiempos en que la Argentina estaba muy dividida entre los Aliados y el "eje", como se le llamaba a la alianza nazi-fascista. Por lo tanto, el comerciante de marras disponía de un cuadro, en el que, de un lado, figuraba la efigie de Churchill, y del otro, la de Hitler. Según fuese la posición del cliente que se presentaba, Pepe Arias daba vuelta el cuadro para un lado u otro. De ahí el título del film, que ilustraba la hipocresía del personaje, dispuesto a falsear sin escrúpulos su opinión para obtener ventajas. |
Caso similar se produce en estos momentos, en materia de presentación electoral del F.A. Por consejo de Mujica y otros políticos astutos, el candidato de dicho sector se presenta con distintas posiciones según sea la concurrencia. Si habla con el FMI o con los dirigentes del comercio o la industria, adopta una virtuosa y mojigata posición conservadora y moderada, llegando a manifestar que adoptará la misma política económica que rige actualmente (y que tantos vituperios le ha merecido). Si, en cambio, se
dirige a una fogosa audiencia formada por lo más selecto del sector radical (neofascista por práctica y convicción), se convierte en el revolucionario del año, y promete cambios sustanciales que pueden llegar a remover las raíces de los árboles.
Ahora bien: ¿qué sucede cuando debe enfrentar una audiencia múltiple, la que forma el conjunto del electorado nacional? ¿Cómo arreglarse ante esa situación? En su película, y teniendo que recibir |
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simultáneamente a un cliente fascista y a otro demócrata, Pepe Arias optaba por... descolgar el cuadro y guardarlo en un cajón!!! El candidato, que debe haberla visto, hace lo mismo: descuelga las intenciones y los programas del Frente, se las pone en algún recóndito enterradero, y expone la retahíla de buenas intenciones que, obviamente, son las mismas que las de cualquier otro sector político nacional o del exterior, o sea, no dice "nada".
Hasta ahí nada más, sin embargo, la similitud entre ambos.
Pepe Arias era un buen actor.
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