Ni buenos, ni malos, URUGUAYOS
* Pedro A. Lemos
El Presidente, Dr. Tabaré Vázquez, electo por más del 50 % de los votantes, reabre la problemática, asegurando que: ''todos somos responsables y que no comparte la hipótesis de que hubo buenos y malos''.
Quienes nacieron después de 1980 en Uruguay, conocen una historia a medias. Condicionada por su conciencia, sus ideas o las ideas impuestas. Quienes les tocó sufrir las consecuencias de la dictadura, con una experiencia de vida muchas veces trágica, dolorosa e infame, saben el contexto de la situación, pero enfocan sesgadamente la vista.
Intencionadamente cada uno le pone su dosis personal, habla en función de... y no agrupa sinceramente a todos los agentes que determinaron la triste situación vivida entre 1970 y 1985, por decir un final, aunque éste se extiende y repercute hasta nuestros días.
Sabemos lo que pasó, en muchos casos hasta como pasó. Con dolor debemos reconocer la humillación que ha provocado en el mundo. El dolor a personas que fueron vinculadas, sin tener participación. El odio despertado entre con-nacionales y las justificaciones de unos y otros, que sumieron al país en una crisis histórica, sin salidas a la vista y profundizando a pesar de las décadas, las diferencias de conciencia.
Hace ya unos meses se comenzó la búsqueda de desaparecidos, una deuda impaga. Un hecho casi íntimo de las personas involucradas, que pasó a ser permanente tapa de diarios, una saturación de información y hasta con detalles que nada dicen sobre la verdad. Sigue si manteniendo la atención pública, con el mismo rigor de expresar que hubo sólo unos malos. Los otros pareciera que fueron los buenos.
La verdad es necesaria, los uruguayos no tenemos los ojos vendados, sabemos que no todos somos culpables, la sociedad uruguaya no lo es. Sabemos además que la desgraciada deuda que hoy el Gobierno de turno recibe, fue potenciada de 600 millones de dólares a 6.000 millones de dólares, por un gobierno de Facto, por enumerar uno de las tantas herencias de la época.
Una dictadura que se estableció alimentada fundamentalmente por grupos subversivos, sirviéndoles de pretexto. Los negociados que unos y otros hicieron, con el secuestro, la extorsión, el asesinato y la desaparición de inocentes, quedaron sellados aquel día que se firmó el ''Pacto del Club Naval''.
Si los que ganan cuentan la historia, quiere decir que hay otra historia y seguramente no es la verdadera historia.
Cada uno de acuerdo a sus ideas políticas, podrá o no compartir el trágico pasado uruguayo. Lo hace hoy nuevamente en un ámbito democrático, pluralista y de libre conciencia, donde el sufragio permite la renovación del Gobierno. Lo hace prefiriendo el perdón antes que el paredón. Lo hace teniendo clara conciencia, de que es necesario mirar hacia delante, procurando todas las alternativas de crecimiento de una población, que exige soluciones nacionales, a la problemática cotidiana de desarrollo individual. Lo hace con historias a medias, con distorsionadas historias, recibiéndolas de acuerdo a su horizonte ideológico pre establecido.
Gran sentimiento de impotencia nos dejó hace veinte años la Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado.
Este fue producto de un Acuerdo en cubierta, entre los dictadores de la época, y tres de las cuatro colectividades políticas con representación Nacional, denominado ''Pacto del Club Naval''. La letra chica del mismo, seguramente será conocida en un futuro cercano, ya que se ha pasado a remover todo éste triste pasado.
Gran parte del País, quizás por no profundizar más las heridas, agachó la cabeza en señal de perdón. Un perdón con indignación, porque desde esa fecha, sabemos que hubo uruguayos que cometieron horrendos crímenes. No se conformaron con ellos, que además tuvieron la degeneración mental de extorsionar, secuestrar, asesinar y hacer desaparecer personas.
En la vereda opuesta y también amparados en otra Ley, los Tupamaros o subversivos como se les denominaba, tuvieron su amnistía. Con ella volvieron a insertarse en la vida del País. Tanto que hoy participan del Gobierno del Dr. Tabaré Vázquez.
Los méritos fueron haber contribuido a desestabilizar un sistema. Un sistema que progresivamente se venía deteriorando por innumerables agentes.
Fundamentalmente en lo interno la falta de un Proyecto País, que fuera serio y en el cual se involucrara a la sociedad uruguaya. En lo externo la ''Guerra Fría'', donde se nos vendían modelos, Capitalistas o como contrapartida Comunistas, Socialistas, etc.
Intencionadamente se confunden los términos, se atacan los 100 años de vida en democracia y que sus gobiernos llevaron el País a la situación actual, donde pesan sobre sus arcas un endeudamiento exagerado, una desocupación del más del 12 %, una masiva salida de uruguayos al exterior procurando posibilidades de trabajo y una Justicia interna que fue regulada y aceptada, que se hace necesario remover constantemente, con el objetivo de mantener la atención, la prensa y la propaganda para justificar una idea progresista de gobierno.
Dejando por el camino a una sociedad uruguaya que fue quien recibió la gran bofetada de vivir un régimen autoritario. Una sociedad que tuvo que convivir con los temores de una represión, con el dolor de ser ciudadanos clase A, B o C, de acuerdo a sus ideas. Olvidando las vidas que costó la lucha por la democracia, todas las vidas que de un lado u otro, la única responsabilidad que tuvieron fue ser ciudadanos uruguayos, golpeado por intransigentes que jamás serán los buenos.
Discrepando abiertamente con el concepto del Sr. Presidente, se puede asegurar que más del 98 % de los uruguayos, simplemente somos eso, Uruguayos. Los Buenos o Malos son inequívocamente quienes de un lado u otro, sustentados y amparados, por un régimen democrático, confundieron en un caos a la población, llevándola al quiebre Institucional, que todos vivimos en carne propia y hoy se siguen pagando las consecuencias.
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