PENSANDO EN
EL DIA DESPUES
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Por: Helena Arce
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Durantes todos estos años de crisis y desgobierno, soñé con este momento: el de las elecciones electorales. Como todos, o casi todos, los que sufrimos ese período oscuro de nuestra historia, la pérdida de la democracia, creo en ella profundamente. No puedo entender a los que se quejan de los carteles partidarios engalanando nuestras ciudades, disfruto ver la propaganda de todos los partidos, presentando sus múltiples opciones, aún recuerdo aquel país gris, sin colores democráticos.
Llega el fin de este período gubernativo y los uruguayos expresaremos en las urnas nuestras opiniones. Al fin vendrá el cambio de gobierno y esperamos confiados un cambio sustantivo en el rumbo a seguir. Unos creemos en un Partido capaz de realizar ese cambio, otros en otros.
Sabemos sin embargo, que pasada la algarabía inicial, vendrán épocas difíciles, pues la situación que la crisis nos dejó, no será posible revertirla inmediatamente, Y también somos concientes que los gobernantes por sí solos, no pueden hacer nada.
Sin embargo en estos momentos donde la tercera parte de la población está en condiciones de extrema pobreza, donde el futuro mismo del país se haya comprometido al contar en esa situación a la mitad de sus niños, donde las otras dos terceras partes se hayan fuertemente endeudadas y sin margen, el país en su conjunto fuertemente comprometido por la deuda externa, la acción del gobierno en la implementación de un proyecto país, es fundamental.
Es imprescindible que todos entendamos, futuros gobernantes y gobernados, que un país dividido no sale adelante, deberán realizarse acuerdos para lograr el objetivo.
La tarea que se viene es de unas proporciones quijotescas, es imprescindible revertir la situación, con un giro drástico, no de 360 grados por favor, donde de una vez por todas se creen fuentes de trabajo genuinas que permitan dejar atrás estos tristes años y recobrar el "Estado del Bienestar" que caracterizó a esta República.
No sé que Partido Político accederá al gobierno, sin embargo cualquiera éste sea, debe tener claro que deberá gobernar para la gente, pues sin lugar a dudas la gente de un país es lo sustantivo.
Hoy leía una noticia: "Los hogares de menores ingresos de Montevideo necesitan por mes 18 mil pesos para mantener un consumo similar al de agosto de 1999, según señaló ayer el Instituto de Estadística de la Facultad de Ciencias Económicas.", y pensé cuantos trabajos habría que tener, si fuera posible obtenerlos, para lograr llegar a que en una familia, de las que antes éramos clase media, se llegue a esa cifra.
Ayer un amigo de mi hijo, estudiante de la Universidad, concurrió a una entrevista de trabajo, era para trabajar de 10 a 21 horas, y le ofrecían $5.000. Por supuesto no es un mal sueldo, comparado con lo que se está ganando en otros, posiblemente para él solo y viviendo en una pensión, le permita comer, comprarse algo de ropa, y pagarse alguna distracción, obviamente de seguir estudiando ni hablamos.
También hay que mirar la otra parte, con lo que puede facturar mensualmente una Pequeña y Mediana Empresa, es imposible ofrecer sueldos más altos, a los que hay que agregar los aportes a la seguridad social correspondientes, se le irán en eso aproximadamente unos $2.400 más.
Hay algo claro y es que los sueldos que se pagan no dan para vivir, lo que facturan las empresas no alcanza para mejorar los sueldos, y en estos términos no se avizora un futuro feliz en el corto plazo.
Por más préstamos que intenten habilitar a través del sistema financiero, con un altísimo porcentaje de los uruguayos en el clearing de informes, será imposible que estos ayuden a la reactivación pues los uruguayos no podremos acceder a ellos, y además antes de pensar en nuevos préstamos es imprescindible poder terminar de pagar las deudas que nos quedaron.
En este país se destrozó la clase media, y ella ha sido siempre el motor de la economía. Las familias que integran se sector medio del poder adquisitivo, consume y mueve la economía, a su vez al ser las propietarias de las pequeñas y medianas empresas, da trabajo a otros dentro de su mismo sector y de los sectores de menor poder adquisitivo. Para que este motor funcione nuevamente va a ser necesario un gran esfuerzo y políticas claras.
No hay duda que si no existe inversión nacional y extranjera, ello no va a ser posible, pero para fomentar la inversión hace falta una profunda reforma tributaria que aliente la productividad y el esfuerzo, y por sobre todo que fomente la creación de puestos de trabajo genuinos. La inversión, ante el fuerte endeudamiento actual del Estado Uruguayo debe ser privada, sin lugar a dudas. El gobierno deberá crear las políticas que la alienten y ser un leal regulador de su funcionamiento, teniendo por objetivo mejorar las condiciones de vida de los integrantes de este país.
Y el resto de los uruguayos deberemos ayudar a que esto sea así, entiendo que lo que se juega, como nunca en estas horas es el futuro del país, pues hemos llegado al punto donde revertimos la situación o el Uruguay definitivamente se termina. No hay ya lugar para pelear por chacritas privadas, sean estas dadas por los privilegios que sean. Es imprescindible que entendamos la importancia de las horas que se avecinan, dándole al futuro gobierno la posibilidad de hacer la tarea correctamente. Y para ello debemos lugar a partir del día siguiente a las elecciones, exigiendo a quienes accedan al gobierno y a quienes no lo hagan, la imperiosa necesidad de construir entre todos. Es hora de entender la importancia de la unión de todos los uruguayos, rescatando del pasado las luces que alguna vez nos iluminaron, y dejando de una vez por todas, de lado las sombras. Por sobre todo entender la urgencia de remar todos juntos para el mismo lado, pues de lo contrario se nos va a hundir el bote, que como bien sabemos ya está haciendo agua.