Potencial y razones de un Gin Tonic!!!!
Escribe: Dr. Enrique Rimbaud
Hace poco, intercambiando novedades con una gran amiga chilena, Silvana, me increpaba que uno de mis huéspedes se había ido de Nicaragua con Malaria, que debía de alguna manera prevenirlos y administrarles quinina cuando se iban a instalar en la selva…
Un poco en serio y un poco en broma, yo le comentaba que disponía de Gin Tonic, y que habiendo eso no me hacia responsable, pero creo que es educativo explicar porque esta afirmación….
Cabe entonces hablar un poco de la historia del Gin Tonic, de su ingrediente fundamental, el agua tónica, y el componente mas importante de el agua tónica: la quinina!!!
Si uno se asoma a dar un vistazo a la Historia, factor humano más importante que la mera antropología cuando de la mesa, la ante mesa o la sobremesa se trata, el agua tónica aparece, con ínfulas imperiales, y por partida doble. Por circunstancias alejadas entre sí, en la cronología de los descubrimientos, la cotidiana tónica ostenta indudables títulos de nobleza, otorgados en primer lugar por la España Imperial del Siglo de Oro y, más tarde, por la omnipotente alcoholemia victoriana del vasto Imperio Británico. Indias Occidentales e Indias Orientales, juntas en una bebida que, a su vez, ha conquistado el mundo entero.
Ingredientes del agua tónica: agua carbonatada, azúcar, regulador de acidez (ácido cítrico), aromatizantes naturales e hidroclorato de quinina. Así reza una definición hispanoamericana comúnmente aceptada.
Otra, anglosajona: tonic water es agua carbonatada aromatizada con extractos de fruta, azúcar y quinina. También se conoce como Indian Tonic o simplemente Tonic.
Vemos que el extracto de quinina es el elemento diferencial de la famosa Tónica. ¿Qué es, pues, la quinina? Resumiendo: los diccionarios científicos, por un lado y los recetarios de todos los barman, por otro, indican que la quinina es un producto natural, un alcaloide amargo extraído de la corteza de un árbol rubiáceo del género cinchona llamado quino y originario de los Andes. Se usa como agente aromatizante básico para el agua tónica, y muchos vermouths (bitter). Es eficaz para el tratamiento de la malaria, añaden los galenos.
|
|
Cabría ahora realizar un ejercicio de síntesis para avalar la afirmación del origen imperial del agua tónica. La corteza del quino, la quina, era usada en el imperio inca, como alcaloide que es, con fines medicinales y como tónico. Pizarro, aprendió del Inca Atahualpa las virtudes antifebriles de la quina antes de asesinarle y, junto con maíz, patatas, oro y plata, tuvo a bien mandar a la Corte de Carlos V algunas muestras de la milagrosa corteza. La planta medicinal tuvo tal predicamento en toda Europa, a lo largo de los siglos posteriores, que casi se llegó a aniquilar la foresta de quinos de Bolivia, Perú y Ecuador.
Mientras tanto ya se había forjado el Imperio Británico, que abarcaba lógicamente zonas insalubres, con profusión de mosquitos, vectores, como es sabido de la malaria. Los Británicos decidieron entonces aclimatar el cincona en algunos de sus dominios. En las India Orientales, en particular en la India, tuvieron éxito. Pero el amargor de la quina no facilitaba su ingesta por parte de los oficiales de Su Majestad así que podría decirse que el agua tónica, en origen una disolución de quinina en agua edulcorada y carbonatada, no fue sino el resultado de una necesidad.
El agua tónica nunca tuvo como fin prevenir o curar la malaria, pero la malaria es la razón por la cual el agua tónica existe, nos advierten los eruditos ingleses en materia de bebidas exóticas y exitosas. Para lograr que la disolución de quinina, usada como antídoto para las fiebres, tuviera un sabor soportable -dicen los textos- los súbditos británicos en la India aprendieron a mezclarla con limón o lima y gin. Al poco tiempo adoraban esta curiosa combinación de sabores. Así, y cabe subrayarlo, el gin & tonic nació a la par que el agua del mismo nombre. La tónica obtuvo patente inglesa en 1858 y conquistó América (de nuevo) en 1953, con la fórmula quinada y carbonatada de la firma británica Schweppes, llego a Uruguay en 1963 con la afamada planta embotelladora de Paso de los Toros.
Todos los noctámbulos aficionados al gin & tonic habrán podido observar una virtud, por lo menos curiosa, del popular long drink. Bajo las luces discotequeras el combinado parece fluorescente.
Señalaremos que no sólo lo parece: es realmente fluorescente. ¿Porqué añade el gin & tonic a su popularidad esta particularidad psicodélica y, convengamos de ello, este plus de nocturnidad festiva.
Científicas experiencias demuestran que este importante y fascinante fenómeno de fluorescencia se debe a la emisión de una longitud de onda mayor cuando una molécula absorbe una onda de menor longitud. La diferencia energética se transforma en energía térmica. El principio activo en el caso del gin & tonic es la estructura alcaloide de la quinina contenida en el agua tónica.
Parece evidente, pues, que el sino del agua tónica, desde sus orígenes imperiales, es la conquista de los paladares exigentes a escala planetaria. Pero este destino no es en absoluto irremediablemente ligado al gin, el espirituoso británico que tan bien coadyuvó a su definición original.
Muchos barmen y barmaid de todas las latitudes han sabido utilizar sus virtudes, su discreto amargor -¿y su fluorescencia?- para enriquecer el gran libro de la coctelería mundial.
El agua tónica es excipiente natural para no pocos espirituosos blancos, entre ellos el vodka, el schnapps o el tequila. Long Vodka, Holy Water, Matty's Magic Mix son combinados de vodka y tónica. Tequila Boom-boom remite a la tónica con aires mexicanos.
La ductilidad del agua tónica también ha inspirado a otros artistas mexicanos más especulativos. Un ejemplo es el Tampico, que aúna, en vaso largo, Cointreau, Campari, zumo de limón y tónica Schweppes, con adorno de cascara de naranja.
Como corolario, un poema escrito por mi en 1993, publicado en Uruguay en un libro editado por el Bar y Restaurante "El Lobizón" como cuentos de El Lobizón….llamado "En el azul profundo de un gin tonic…"
De paso, me voy a servir uno… por los mosquitos, vio!
Un abrazo para todos
Enrique