El atardecer y los pájaros
Escribe Dr. Enrique Rimbaud
Las nubes escapan rápidamente dejando tras de si estelas de noche, que pugna tozuda por instalarse… las luces de calles y avenidas comienzan a parpadear intentando prenderse, titilando en el reflejo de las calles abundantemente mojadas por la lluvia vespertina…
Un agradable olor a tierra mojada se mezcla con el espeso humo de las fritangas…
Desde el cielo, tras las nubes, nadie sabe bien de donde, comienzan a descender sobre Managua miles y miles de grandes y oscuros pájaros, lo mismo que todas las tardes, en un efímero intento de la naturaleza de remedar a Hitchcock en su película “Birds”…
Todas las tardes, durante unos breves treinta o cuarenta minutos, miles de “Pijules” y “Sanates”, cuervos de color brillante y negro los primeros y marrones los segundos, descienden sobre los árboles de las avenidas en Managua, ennegreciéndolos, y plagando el éter con sus chirriantes graznidos, luego, tan misteriosamente como llegaron, desaparecen…
Por instantes, cuando nos atrapa una calle en subida o en bajada enfrentada a un árbol, e iluminamos el mismo con los focos del auto, cientos de ojos rojos nos miran como encendiendo el árbol, plagando de brasas encendidas las frondosas ramas, cual fruto mágico fruto llamando a ser arrancado…
En los árboles de ornato de los grandes centros comerciales, la congregación de aves forma una orquesta de silbidos y graznidos de a ratos insoportable…
El cielo aun gris, que no es de día ni de noche, se raya de puntos y líneas negros de los pájaros procurando árboles descendiendo sobre la ciudad, horas más tarde, serán sustituidos por vampiros y murciélagos, solo evidentes cuando cruzan bajo la inmensa luna centroamericana…
La gente ni los mira, ya estan acostumbrados, a los pájaros, a los volcanes, a los temblores, a todo lo que en nuestro mundo era inusual, pero el hombre es un animal de costumbres, indudablemente…
Desde el país de los volcanes y los lagos….
Un abrazo para todos
Enrique