Año II - Nº 78 - Uruguay, 14 de mayo del 2004
 
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Irak: de la doctrina Rumsfeld a la derrota final
Por David de Ugarte

Hace un año la estrategia norteamericana parecía invencible: superioridad tecnológica abrumadora frente al ejército irakí, saturación mediática frente a la disidencia interna. Los ejércitos de la dictadura baazista cayeron derrotados. Pero vencer no es igual a controlar el terreno, la forma contemporánea del conflicto es el swarming, no la batalla de tanques. Y controlar los grandes media ya no es lo mismo que controlar la opinión. Hoy Rumsfeld está a punto de dimitir y Bush puede perder las elecciones. Los neocons, que querían resolver "de una vez y para siempre" el mundo, ven cerrado su tiempo histórico por no haber comprendido la dimensión social de la tecnología.

Hace un año Rumsfeld y el lobby neocon norteamericano creían a pies juntillas que el uso militar y masivo de tecnologías de información les daría una victoria fulgurante sobre el maltrecho ejército de la dictadura irakí. Un año después hemos visto que una cosa era derrotar los ejércitos y otra controlar de modo efectivo el terreno, la ocupación militar de Irak se ha convertido en una sangría de recursos económicos, humanos y políticos que desgasta no sólo a la administración Bush, sino la hegemonía norteamericana sobre sus aliados.

El fracaso histórico del neoconservadurismo norteamericano se debe sobre todo a su incomprensión de la dimensión social de la tecnología. Rumsfeld soñó con ganar la guerra en dos días y con tan sólo 60.000 soldados. La idea era ir un paso más allá de la doctrina de la superioridad abrumadora personalizada por Collin Powell y ensayada en la primera guerra del Golfo y mediante el uso de tecnologías de información reducir el número de efectivos humanos al mínimo. Eran los días dorados de la teoría de la llamada Revolución de los Asuntos Militares.

Circunscrita al enfrentamiento entre dos ejércitos nacionales tradicionales esta doctrina es prácticamente inapelable. Como escribíamos en el pasado mes de noviembre: En la invasión de Iraq ya no existían los libros de órdenes mastodónticos que habían ocupado a los mandos militares desde las guerras napoleónicas hasta la primera guerra del Golfo. El número de soldados sobre el terreno es casi diez veces menor que la operación "Tormenta del Desierto". En Afganistán el mando operativo estaba en territorio norteamericano, a miles de kilómetros de distancia. Ambas campañas son revolucionarias desde el punto de vista militar, demostraban en la práctica las tesis del secretario de Defensa Rumsfeld: "es posible cambiar fuerza operativa por velocidad. Pero esta velocidad operativa sólo es alcanzable si se dispone de información en tiempo real de la situación de cada una de las unidades propias y ajenas".

De la victoria convencional al swarming
La clave está en que hoy derrotar a los ejércitos enemigos no es equivalente a ganar la guerra. Los Estados Unidos y sus aliados consiguieron lo primero, pero no han conseguido, un año después, dominar de modo efectivo el terreno. Acabado el ejército de Sadam y su dictadura, se han tenido que enfrentar a nuevos sujetos que protagonizaban una nueva forma de conflicto: el swarming, una guerra irregular en la que distintos grupos y tendencias, no coordinados explícitamente entre si y apenas centralizados más allá de la doctrina común dentro de las filas de cada uno de ellos, van aumentando el alcance y virulencia de sus acciones hasta aislar y acantonar a los ejércitos tradicionales sin dejarles posibilidad real de respuesta. Una versión en gran escala de lo que ya sufrieron en Mogadiscio Rangers, Deltas y Marines (los cuerpos en teoría más preparados para enfrentar tropas irregulares del ejército norteamericano). Una forma de conflicto que desgasta tanto militar como económica, política y moralmente a cualquier ejército convencional, como relataba con gran realismo la película BlackHowk Derribado.

La nueva estructura de la información
En una situación como la que se ha definido en Irak, el objetivo fundamental para los neocons norteamericanos no podía ser otro que asegurar la retaguardia: renovar el mandato del Presidente Bush y conseguir nueva financiación para las actividades militares mientras empiezan a plantearse como enfrentar el nuevo tipo de guerra sobre el terreno. Pero aquí tendrían que enfrentarse a otro tipo de swarming, el civil alentado en Internet y posibilidado por la nueva estructura de la información.

La segunda guerra del Golfo ha sido, o está siendo, la primera guerra bloggeada de la Historia. La primera en la que los canales de información no están sometidos ni al filtro inapelable de la censura militar ni al "sentido de la responsabilidad" de los directores de los medios. La guerra de Irak es la primera que se vive en el marco de una estructura informativa descentralizada. Como escribíamos en octubre del año pasado:

En el modelo del periodismo clásico, los medios eran los cancerberos de la información, la cual extraían unos profesionales llamados periodistas, de la misma realidad, dándole su primera forma textual: la noticia. (...). La materialización mítica de la figura del periodista era el "corresponsal", un señor descontextualizado al que se enviaba -con notables costes- a lugares apartados dónde ocurrían sucesos que se juzgaban dignos de ser relatados como noticias. La mejora de los sistemas de comunicación no han mejorado ni cambiado la estructura de éste sistema, sólo aumentado su inmediatez hasta el límite: el periodista "empotrado" de la guerra de Iraq. En la enredadera hipertextual, las cosas en cambio van de forma muy diferente. Las fuentes aparecen diréctamente en forma hipertextual y prácticamente en tiempo real aportadas por los propios protagonistas. Durante la última guerra de Iraq pudimos leer las crónicas de los bombardeos que hacían los propios ciudadanos bagdadíes y las experiencias de los soldados norteamericanos a través de sus bitácoras. Incluso las propias bitácoras de los periodistas "empotrados" y los congresistas que les visitaron después, son más interesantes que las crónicas oficiales y se enlazaron por toda la web durante aquellos días. La info y el contexto están ahí, a disposición de todos..

El swarming civil en casa
En plena situación de impotencia frente a lo que se les venía encima, cuando más llamadas a la lealtad de los medios realizaba el Presidente Bush, un goteo de imágenes va socavando el discurso oficial en la web civil, desde donde van pasando a los medios, cada vez más hechos a su nueva función de "hubs" de la red civil: primero son las imágenes de los ataudes de los soldados muertos, un tema tabú desde la guerra de Vietnam. Luego un vídeo, al parecer obtenido desde un helicóptero por un contratista civil europeo, que muestra como unidades norteamericanas matan a sangre fría a un irakí vestido de civil. Finalmente las increibles imágenes de torturas de prisioneros irakíes en las cárceles gestionadas por el ejército norteamericano. Y lo peor, según declaró Rumsfeld en su comparecencia ante el Senado es que hay muchas más fotografías y vídeos, [que] si se sirven al público obviamente (sic) van ha hacer que las cosas empeoren... las vi la pasada noche y son difíciles de creer. Como relataba la BBC, Mr Rumsfeld estaba indignado ante la publicación de las fotografías: "Funcionamos con restricciones de tiempos de paz, con requerimientos legales, en una situación de guerra en la Era de la Información, donde la gente va arriba y abajo con con cámaras digitales, tomando esas increibles fotografías y pasándoselas, contra la ley, a los medios de comunicación, para nuestra sorpresa".

Sorpresa. Ese es el sentimiento del aprendiz de brujo momentos antes de ser destruido por su creación. Rumsfeld y los neocons pensaron que las nuevas tecnologías de la Era de la Información les permitirían ganar batallas, quitar gobiernos, eliminar enemigos y cambiar dictaduras por democracias moviéndose por el mundo como un rayo incesante. Y al menos durante un tiempo, así fue. Como nuevos dioses de la sociedad red soñaron con arreglar el mundo de una vez y para siempre. Pero el mundo ha cambiado tanto que alcanzar los que eran sus objetivos no hizo realidad el sueño del triunfo, sino la pesadilla del swarming. Ni en las resecas calles de Faluya ni en las luminosas avenidas de Washington serán ya recibidos como los césares del nuevo tecnoimperio que por un instante creyeron ser. Con los neocons acaba un tiempo histórico y una manera de aproximarse a las nuevas reglas de la sociedad red. Como los dirigentes de la burbuja .com, pensaron que las nuevas tecnologías se supeditarían a las lógicas, poderes e intereses del viejo mundo. Como ellos, caerán. Viven ahora sus últimos momentos de poder, ya no de gloria.

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