Año II - Nº 92 - Uruguay, 20 de agosto del 2004
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CUANDO LOS NIÑOS SE OLVIDAN DE FESTEJAR
   

“En el pasado el valor era el anciano, la presencia de la tradición. La revolución de nuestro siglo colocó al niño en el centro de la nueva historia. Ya no es lo viejo lo que vale, sino lo nuevo, no es la conservación de las tradiciones lo que merece aplausos, sino el cambio, lo joven , que por el solo hecho de ser joven ya significa renovación y apertura hacia un futuro de progreso”. Jaime Barylko (Los Hijos y los Limites)

Bastaría que la crónica de hoy se limitara a reproducir publicaciones anteriores y no correríamos el riesgo de que la misma perdiera actualidad y sobre todo la gravedad que pretendemos darle sin caer en el sensacionalismo. Sin embargo y aún cambiando la redacción es evidente que el “espíritu se mantiene” y sentimos la extraña sensación de que los problemas planteados hace algunas décadas mantienen su vigencia y en algunos casos se han agravado, pese al interés demostrado por la sociedad para solucionarlos. Al revisar archivos nos encontramos con la opinión de las autoridades del INAME, analizando la situación que enfrentan los menores que deambulan por las calles de nuestra ciudad y también hemos dialogado con ellos para conocer de primera mano un panorama más aproximado de la realidad. Falta de recursos para las demandas más elementales, desajustes familiares, alcoholismo y drogas fueron los indicadores que de alguna manera están empujando a los niños fuera de sus hogares para dar comienzo a una vida callejera de la cuál les resultará muy difícil salir. En esta frontera existe además un tema polémico y sobre el cuál ni siquiera las autoridades han podido definir y mucho menos solucionar y que está relacionado con los cuidadores de autos en la avenida Internacional y calles secundarias. No se trata de un problema exclusivo de los adolescentes aunque debemos incluirlo en un contexto general. En primer término debemos señalar que tanto los habitantes de esta ciudad como los turistas que nos visitan tienen todo el derecho del mundo a estacionar sus automóviles sin tener que pagar para ello. Es un derecho natural que tienen los ciudadanos a correr todos los riesgos que se puedan presentar en una zona de libre estacionamiento como lo son las calles y avenidas de una ciudad. Aún comprendiendo las razones sociales que se argumentan y que pueden ser valederas en determinados casos (no en todos) es evidente que la cobranza “compulsiva” y en algunos casos adelantada representa una agresión al automovilista. Pero lo más lamentable radica en algunas amenazas donde se deja muy claro que si no se “paga el impuesto al estacionamiento” sobreviene la represalia material con un costo sensiblemente superior. Si realizamos una encuesta entre los automovilistas llegaríamos a la constatación de que nadie quiere que le cuiden el coche y los que lo hacen es solamente por temor a las represalias. Otro tema que se debe tener en cuenta está relacionado con las dificultades que tienen las autoridades para poder actuar de ambos lados de la avenida Internacional. Ante casos reiterados de rapiñas callejeras o desvalijamiento de automóviles, es evidente que el desplazamiento de los autores y el ocultamiento en comercios y domicilios privados determina una situación que no siempre puede ser resuelta por la policía sin una orden judicial. En los últimos años es evidente que la situación se estaría agravando teniendo en cuenta que un alto porcentaje de estos niños estarían usando distintas sustancias químicas. Es evidente que las dificultades y las necesidades que enfrenta la población van destruyendo el núcleo familiar. La carencia de afecto y la conducta antisocial van creando un comportamiento irregular que lentamente va empujando los niños hacia la calle, lo que termina irremediablemente en el abandono y la delincuencia. Por supuesto que el tema de la droga no se limita solamente a los niños en situación de calle sino que el mayor porcentaje estaría entre los alumnos de algunos centros de enseñanza. Se aguarda que nuevas leyes puedan modificar en parte esta situación y que los mayores que suelen estar detrás de los menores en forma organizada, tengan algún tipo de responsabilidad en estos casos. Nadie duda en esta frontera que algunos menores son utilizados por los mayores lo que estaría generando un dramático problema social. Se trata de un vieja modalidad que debe ser sancionada con una norma penal más severa. También se debe considerar como figura delictiva la participación de los reducidores , vale decir los que compran efectos robados y los cambian luego por la droga generando también una grave figura delictiva. Como podemos ver se trata de un viejo problema al que resulta muy difícil encontrarle una solución sin lesionar derechos o perjudicar modestos hogares que encuentran en la calle el sustento diario. El tema ha sido analizado en los últimos años por el Rotary Club local y las autoridades del INAME a los efectos de conocer la magnitud del problema y buscar el asesoramiento legal que permita encararlo. También en los medios locales se han manifestado muchos organismos considerando la gravedad del tema al tener en cuenta que más que menores son niños que se encuentran en un área difícil de determinar si es trabajo o mendicidad. No podemos finalizar la nota sin mencionar los casos de violencia registrados en los últimos años y en distintas circunstancias, amenazando a la población y preocupando a las autoridades uruguayas y brasileñas. La frontera en su conjunto viene observando como surgen nuevas modalidades para cometer robos y asaltos donde en su gran mayoría de los delincuentes actúan bajo los efectos de la droga, lo que aumenta considerablemente su peligrosidad. Es justo señalar además que esta violencia y algunos casos de agresividad registrados en la vía pública no se deben atribuir solamente a razones o factores económicos ni sociales, ni son el fruto de la miseria de sus actores. La preocupación demostrada por las autoridades policiales y judiciales está señalando un marcado interés en detectar las verdaderas causas y posibilitar un diagnóstico que pueda contener esta creciente ola de violencia. Por ahora los niños se olvidaron de festejar.....