Año II - Nº 103 - Uruguay, 05 de noviembre del 2004
 
- A la luz del resultado electoral
- Puente del Arroyo Valizas
- Los nuevos espacios no son lineales políticamente
- Un pronunciamiento libre y soberano
- Finalmente ocurrió
- Ochocientos mil..... esperanzas.....
- "El avispero oriental"

- Otra vez el tratado

- Autocrítica
- Mi Partido Blanco
- Cuando las negras patean el tablero
- Chairando Ideas: La bandera de la esperanza
- Y abrió Cassis
- Anécdotas Bancarias: La duda
- Deportivísimo
- El pez por la boca muere
- Responsabilidad Ciudadana
- Mientras se escribe la historia
- U.S.A. 2004: Diez claves del triunfo de Bush y una conclusión
- Hurgando en la Web: Vinculación de los charrúas con el Gral. Artigas
- Bitácora Política
- Bitácora Uruguaya
- Información Ciudadana
- La Cocina Uruguaya
- Rincón de Sentimientos
- El Interior también existe
- Olvidémonos de las Pálidas
- Las Locuras de El Marinero
- Cartas de Lectores

1 Campaa Mundial Seguridad en la Red

 

 

Mi Partido Blanco
Por: Leopoldo Amondarain

No soy original "descubriendo" que se acabó una etapa histórica y comienza otra. También es cierto que se perfila el inicio de un nuevo bipartidismo. Distinto, pero bipartidismo al fin. Distinto porque no habría, al menos en lo ideológico, tantas sustanciales diferencias como las hubo con el Partido Colorado. Por señalar alguna en materia internacional, los blancos siempre fuimos antiimperialistas y el coloradismo en cambio se "recostó" y "cobijó" debajo de los "alerones" imperiales. Se llamaran ingleses, franceses, brasileños o ahora yankis. En lo interno fuimos y somos renovadores y reformistas en apoyaturas al agro, mientras los "salvajes" siempre estuvieron de nuca al interior, soñando con industrializaciones centralizadas en la capital. Me dirán, y es cierto, que últimamente no obstante esas y otras diferencias en aras del "acomodo" partidario de "puestos y carguetes", se llegó a una casi mimetización a nivel directriz que aparejó desprestigio y desmoronamiento ideológico conceptual que hizo perder la confianza y hasta el sentimiento de algunos casos, de amor y adhesión por la divisa. Quien venía sufriendo ese desgaste en forma marcada, éramos los blancos que más "emocionales y sentimentales" veíamos que un partido que fundó la Patria, aboliendo la esclavitud, creando la Universidad, Contencioso Administrativo, ley de jubilaciones de Carnelli, el aguinaldo obligatorio, la ley de ocho horas de Herrera y Roxlo, la estanzuela de Wilson, etcétera, se batllistizaba, siguiendo vicios que no eran nuestros y que hasta el propio Oribe había combatido desde la etapa fundacional. Hay quien sostiene y con razón, que en momentos críticos el partido blanco siempre ha tenido esas "reservas" morales en sus caudillos que rescatan los valores fundamentales. Alguna vez he dicho que los Cicerón Marin, los Yarzas, los Basilios Muñoz, los Saravia, no habían muerto. Entre "ponchos de nubes" volvían para sacar a "talerazos" a los "doctores y malandros" que se "vendían" en "coaliciones indispensables" para repartijas de ministerios, entes, embajaditas y afines con los enemigos viscerales de siempre. Y es cierto. Los caudillos volvieron. Con el simbolismo de un gaucho de la vieja Heroica, que entró en Masoller a caballo con una bandera celeste y blanca en ristre al viento, de golilla y sombrero saravista pero negro por la fecha luctuosa, y levantando en conductas e ideas viejas y nuevas al partido blanco, que muchos habían predicho, estaba muerto. Lo más importante, sin desconocer tontamente el triunfo o la derrota posterior de estos comicios, era revivir el "alma" nacionalista y blanca allí, en medio de las llanuras y cuchillas donde había entregado su vida Saravia y sus caudillos.

Habíamos veteranos, pero estaba lleno de "gurises" que sorpresivamente habían surgido como hongos, con golillas y banderas, estandartes, y sobre todo, concientizados con sentimientos históricos con sabor a tierra arada de Patria. El Partido Blanco no estaba muerto. Con los ojos algo empañados, parado en la cuchilla, me dije "pa'mis adentros"; ¡hay blancos pa'rato! Habían vuelto los caudillos en un partido "emotivo" pero que no olvidó sabiamente renovarse con el mismo tipo de sangre de sus viejos adalides, pero con "caritas" de botijas nuevos. Se dio la batalla. Ahora electoral. No importa si se pierde. Nos tocó durante 93 años hacerlo y seguimos enteros y orgullosamente de pie. El contrario, no el enemigo, está festejando legítimamente aparte. Que lo hagan como corresponde. Tal vez no tengamos tantas diferencias como antaño se tuvo con los "salvajes". No hay ningún blanco asesinado o fusilado cobardemente con una heroica arrasada por los imperios y traidores asociados. No hay persecuciones como sufrieron nuestros ancestros por ser "blanquillos". Nadie ha dicho aún, que es "preferible el peor de ellos al mejor de los nuestros". Del otro lado de la cuchilla hay gente que incluso nació en nuestras tiendas. Capaz, que tan diferentes no sean. Antiimperialistas dicen ser, honestos, el futuro lo probará y por ahora no hay para la duda. Supongo se conversará. De cualquier manera, en definitiva la "tropa" está "entera". Las conductas también. Habrá que esperar el futuro, con los "tordillos" de la brida siempre armados a guerra. Por si acaso. Restañar las heridas, que las hay. Sin perder la mejoría de algunas ofensas canallescas que se hicieron en publicaciones revisteriles o semanarios de nivel cloacal. Una cosa es conversar y hasta llegar a acuerdos programáticos en beneficios patrios y otra muy distinta es sufrir de amnesia. Hay dichos que afectan el honor, que no se olvidan. Los blancos culminan la batalla electoral con sus cuadros reconstruidos y su jefe natural, candidato y presidente del Honorable con la satisfacción del deber cumplido y Larrañaga tomó un partido con un escaso 13% de opinión, desgastado por coaliciones y baja politiquería y lo puso al fin de los comicios con más del 35%. Con un staff dirigencial absolutamente joven y renovado.

Si se le ocurriese hoy retirarse del escenario político, lo haría con los honores de un auténtico gladiador triunfante. Se ha rescatado lo mejor del viejo cerno partidario como es la moralidad pública de sus jefes y el respeto y credibilidad en su gente.

Nadie se ha enriquecido y aunque se le buscó "ensuciar" denodadamente, en los hechos no se le pudo "rozar ni con el pétalo de una rosa". Cumplió. Es un buen blanco. Y en la derrota ocasional, la añeja colectividad del vasco Oribe no está vencida ni siquiera debilitada. La lucha recién empieza. Bien arriba son las banderas de los blancos de esta tierra. ¡Viva mi muy viejo y querido Partido Nacional! ¡Carajo! *