Año II - Nº 103 - Uruguay, 05 de noviembre del 2004
 
- A la luz del resultado electoral
- Puente del Arroyo Valizas
- Los nuevos espacios no son lineales políticamente
- Un pronunciamiento libre y soberano
- Finalmente ocurrió
- Ochocientos mil..... esperanzas.....
- "El avispero oriental"

- Otra vez el tratado

- Autocrítica
- Mi Partido Blanco
- Cuando las negras patean el tablero
- Chairando Ideas: La bandera de la esperanza
- Y abrió Cassis
- Anécdotas Bancarias: La duda
- Deportivísimo
- El pez por la boca muere
- Responsabilidad Ciudadana
- Mientras se escribe la historia
- U.S.A. 2004: Diez claves del triunfo de Bush y una conclusión
- Hurgando en la Web: Vinculación de los charrúas con el Gral. Artigas
- Bitácora Política
- Bitácora Uruguaya
- Información Ciudadana
- La Cocina Uruguaya
- Rincón de Sentimientos
- El Interior también existe
- Olvidémonos de las Pálidas
- Las Locuras de El Marinero
- Cartas de Lectores

1 Campaa Mundial Seguridad en la Red

 

 

"El avispero oriental"
(o, mejor dicho, Leyendo la interpretación de una lectura)
por Marcos Cantera Carlomagno (*)

Sobre "la cosa en sí" (das ding an sich), aseguraba Kant, no podemos saber nada. Nos queda, y no es poco, contentarnos con "la cosa según nuestra propia imagen de ella" (das ding für uns). Así, el genial filósofo alemán constituía dos eslabones fundamentales en nuestra relación con eso que llamamos realidad.

Por otra parte, el polifacético pensador italiano Benedetto Croce estableció que toda historia es historia contemporánea, en la medida que quien la hace no puede liberarse del conjunto de valores y experiencias que forman su mundo mental. Dicho de otra manera, cuando Fulano de Tal escribe la historia de Cualquier Cosa, lo hace a partir de su personal visión de la vida en sus más diversas dimensiones. La historia que así resulta de Cualquier Cosa es, pues, necesariamente una historia contemporánea y personal.

Los observadores suecos que llegaron a Uruguay y escribieron sus pareceres, a fín de que el Rey y el gobierno en Estocolmo se enterasen de cómo era este pequeño país al otro lado del Gran Mar, dejaron un testimonio que, en sí, era un tercer eslabón en esa cadena que estamos estudiando: la transmisión que ellos consideraban correcta o funcional o útil (según sus ambiciones de carrera profesional o sus valores éticos o principios morales o, incluso, sus concretos intereses materiales) de una interpretación personal de una realidad determinada.

Obviamente, cuando yo tomo ese caudal de informaciones, que en forma neutral y objetiva descansa en las arcas de los archivos suecos, y lo uso para escribir el "Todos contra todos", le agrego un cuarto eslabón a la cadena: el de mi propia escala de valores y visión del mundo y la vida, pues a nadie escapa que otra persona habría podido haber escrito algo muy diferente a partir de exactamente el mismo material.

Le toca luego al lector, a cada lector, participar de este proceso de creación, aportando su propio eslabón al leer lo que yo escribo en las páginas de mi libro. De esa manera, todos interpretamos interpretaciones, todos leemos lecturas, todos construimos historias contemporáneas y personales de una misma realidad, el Uruguay de cada momento específico, sobre la cual kantianamente hablando nada podemos saber.

Es importante tener estas reflexiones in mente cuando iniciamos la lectura del "Todos contra todos". De la misma manera, no podemos ignorar algo decisivo a la hora de elaborar un juicio sobre el contenido de los informes suecos, algo que va más allá de las interpretaciones personales y entra en el campo de los períodos históricos (o, si se prefiere, de las hegemonías ideológicas reinantes en diferentes momentos).

Cuando los primeros suecos llegaron a Uruguay, se espantaron de la algarabía reinante, del desorden y de la profusión revolucionaria. Por eso, la Banda Oriental fue catalogada como "el avispero oriental".Se trataba de personas de sólidas convicciones conservadoras, profundamente convencidas de su superioridad civilizatoria.

Quienes llegaron después, mediando los 20 y durante los 30, condenaron la movimentada vida política nacional y el proyecto de democracia y bienestar desde una plataforma profundamente reaccionaria, en una época en que los pequeños Hitleres se hacían grandes.

Siguió a ello la afabilidad y la condescendencia simpática y benefactora de hombres de bien, de hombres sencillamente buenos, a decir de Antonio Machado, pero sellados en última instancia por esa supuesta superioridad que mil años de historia les otorgaba.

Cuando finalmente comienza el arribo de enviados socialdemócratas, provistos de una amplia apertura mental y generoso pathos social, Uruguay ya estaba rodando cuesta abajo.

En otras palabras, el desfasaje histórico entre Suecia y Uruguay, el orígen sociocultural de los enviados, su identificación ideológica y otros elementos afines fueron determinantes a la hora de interpretar (y transmitir) la realidad observada.

Con estas modestas reflexiones en la maleta mental, la lectura del "Todos contra todos" será (se hará) más provechosa. Y un poquitito más cercana a esa realidad que Kant nos prohibió para siempre conocer...

(*) Marcos Cantera Carlomagno - Curriculum