Mil cosas han sucedido durante toda una vida de trabajo. Sucesos jocosos, de irresponsabilidadtonterías, en fin, aconteceres que palpitan sentimientos y actitudes.
En una anécdota nos toca ser héroe, y en la historia siguiente somos infractores, representamos la inocencia y al instante conformamos el personaje que ha transgredido disposiciones superiores.
El anecdotario debe ser así, no con ánimo de sobresalir, sino con ánimo de ser sincero. Las cosas sucedieron y así las contamos. Aquí van mis historias, muy sencillamente narradas, en las que me tocó intervenir en todo el espectro de actitudes.
Los personajes que en ellas intervienen son reales, a veces son nombrados pero muchas veces he preferido dejarlas en el anonimato o con nombres supuestos, totalmente seguro de que al leerlas, cada uno de ellos verá y comprobará la sinceridad de mis narraciones. |
LA DUDA
Faltaban diez minutos para cerrar la Agencia del Aeropuerto y nos preparábamos para realizar los controles y el balance de caja.
El pasajero llegó corriendo, recién arribado, con su libreta de cheques de viajero en la mano.
! Please, can you change me one hundred dollars in travellers cheks?
Pedro, el canarito de Cardona me miró y como hablando consigo mismo musitó sin mirar al cliente: -
!! Pero, qué gringo podrido, a esta hora viene a romper los huevos... y canjear traveller cheque, ya tengo todo pronto... el balance y el recuento, todo& pero voy a tener que cambiarle porque te garantizo que este hijo de puta no tiene ni un peso uruguayo encima.
Era su lucha, entre la responsabilidad funcional y su resistencia a tener que hacer la documentación y modificar las cifras finales de los controles para el balance.
A regañadientes se dispuso a atenderlo, pero cuál no sería su asombro y estupor, el mio propio que hacía acto de presencia durante la conversación y el comentario de Pedro, al oír al americano que le habló en correcto español:
-Deme algo en billetes chicos, por favor, porque necesito cambio para los changadores y el taxi.-
Me pareció que había cierta ironía en su voz, dada la seriedad y firmeza con que se expresó, por lo que estoy convencido que debió escuchar los insultos de Pedro.
Fue una duda tremenda que siempre me quedó respecto a la situación vivida, que no tuvo ninguna trascendencia, porque el americano pareció no sentir los comentarios soeces de mi amigo Pedro.