Año II - Nº 103 - Uruguay, 05 de noviembre del 2004
 
- A la luz del resultado electoral
- Puente del Arroyo Valizas
- Los nuevos espacios no son lineales políticamente
- Un pronunciamiento libre y soberano
- Finalmente ocurrió
- Ochocientos mil..... esperanzas.....
- "El avispero oriental"

- Otra vez el tratado

- Autocrítica
- Mi Partido Blanco
- Cuando las negras patean el tablero
- Chairando Ideas: La bandera de la esperanza
- Y abrió Cassis
- Anécdotas Bancarias: La duda
- Deportivísimo
- El pez por la boca muere
- Responsabilidad Ciudadana
- Mientras se escribe la historia
- U.S.A. 2004: Diez claves del triunfo de Bush y una conclusión
- Hurgando en la Web: Vinculación de los charrúas con el Gral. Artigas
- Bitácora Política
- Bitácora Uruguaya
- Información Ciudadana
- La Cocina Uruguaya
- Rincón de Sentimientos
- El Interior también existe
- Olvidémonos de las Pálidas
- Las Locuras de El Marinero
- Cartas de Lectores

1 Campaa Mundial Seguridad en la Red

 

 
"Nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado la hora" (Victor Hugo)
hernandezbaratta.org
El Uruguay desde mi óptica personal

Responsabilidad Ciudadana
Por: Gustavo Hernández Baratta

El domingo 31 los uruguayos mayoritariamente respaldaron la candidatura del Dr. Tabaré Vazquez a la Presidencia de la República. Sin segunda vuelta, con mayoría en ambas cámaras legislativas, la instancia electoral fue contundente, pero para que se inicie un período de auténticos cambios hace falta aún asumir nuestra mayoría de edad y ejercer cabalmente el papel de ciudadanos.

Los festejos del domingo a la noche registrados a lo largo y ancho del pais y las manifestaciones de alegría y esperanza vividas en las calles y reflejadas por los medios no pueden significar otra cosa que las espectativas positivas que en buena parte de la población (bastante mayor al guarismo obtenido en las urnas, por cierto) ha despertado el triunfo de la coalición de izquierda Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría en la primera vuelta electoral.

Se trata de alegrías sinceras y de esperanzas genuinas. Vivimos desde hace décadas un deterioro lento pero implacable en nuestra calidad de vida, al que hemos soportado con estoica resignación. Resignación que se refleja en la máxima "todo tiempo pasado fue mejor" y que revela la falta de fe en el futuro y de proyectos compartidos.

El domingo, cuando se abrieron las urnas y quedo en evidencia el triunfo de la izquierda una brisa de algaravía se coló en los hogares uruguayos y provocó una sensación de optimismo ante la posibilidad de cambios positivos que el "imaginario colectivo" ansía y que las realidades concretas de inmensas mayorías necesitan.

Celebro que el optimismo embargue el humor de mis compatriotas, sobre todo de aquellos más necesitados. El nuestro es un pueblo agrisado por las penurias económicas, por la falta de oportunidades, por el exilio económico de cientos de miles de compatriotas, por las dificultades para ganarse el pan y por la falta de espectativas de futuro.

Pero las alegrias son tan momentaneas como profundas son las causas de nuestras penurias. No mucho más allá del triunfo del domingo están los problemas que deben ser resueltos, las posibilidades que deben ser descubiertas, el trabajo que día a día debe ser hecho. Hay un país que espera transformaciones profundas que den como resultado inequívoco que nuestra gente pueda progresar y vivir mejor y nuestros compatriotas han confiado mayoritariamente en la izquierda para que desde el gobierno comiencen a concretarse.

Nosotros el soberano
La elección de un gobierno no implica en absoluto la extensión de un cheque en blanco para que el gobernante pueda llenar a su conveniencia y antojo. El gobierno debe respetar la Constitución y la ley y honrar la plataforma electoral con la que se presentó en busca del favor de la ciudadanía.

Como soberanos, nuestro derecho consiste en velar por el cumplimiento de la ley y de los compromisos asumidos. Cuando los candidatos requieren de nuestro voto nos ofrecen a cambio la promesa de cumplimiento de determinados objetivos y planes de gobierno y cuando asumen la función para la que fueron electos amplian dicha promesa al cumplimiento de las normas legales que rigen nuestra vida social. Dichas promesas deben ser un sagrado inviolable y está en nuestra madurez como ciudadanos el exigir su estricto cumplimiento.

Poca significación tiene el caudal de votos obtenido en la elección frente a los derechos del ciudadano. Así sean apabullantes las mayorías que llevan al poder a una fuerza política, la Constitución y la ley están por encima pues son los límites que la sociedad toda le fija al gobernante además de la garantía de que por encima de las circunstancias electorales están los derechos de las personas que no pueden ser puestos en entredicho.

El estado de derecho consiste en el imperio de la ley y la democracia es la prerrogativa de los ciudadanos a elegir al gobierno que lo mantendrá en vigencia. Es nuestro derecho (inalienable en tanto que corresponde a todos y a cada uno de nosotros, los que estamos y los que vendrán después de nosotros), y es la obligación inexcusable de nuestros gobernantes.

Si transformamos la política en un juego de pasiones irracionales, si dejamos en manos de nuestros representantes los resortes del poder soberano, si no ejercemos cabalmente nuestra ciudadanía, estamos convirtiendonos en cómplices de una estafa en la que los perjudicados somos nosotros mismos. Es por ello que exigir al gobernante la estricta observancia de la ley y de los compromisos asumidos no es sino un acto de madurez cívica y de compromiso con el país que debe ser ejercido por todos, seamos simpatizantes o no de la fuerza política que temporalmente ejerce la función de gobierno

Señales de alerta
Dos actitudes políticas en las primeras horas del gobierno electo debieran preocuparnos: los reclamos de Nin Novoa, virtual vicepresidente electo, para que la Corte Electoral proclame la fórmula que integra antes de que ésta obtenga la mayoría exigida por la Constitución Nacional para no ir a ballotage y la relativización del texto constitucional aprobado por el 55.4% de los votantes que establece taxativa y sin lugar a duda alguna que: "El servicio público de saneamiento y el servicio público de abastecimiento de agua para el consumo humano serán prestados exclusiva y directamente por personas jurídicas estatales".

En el caso de Nin, aún cuando resulte comprensible que quiera ser reconocido como vicepresidente electo lo antes posible, su pretensión de que la Corte Electoral haga caso omiso de que aún le faltan a la fórmula 708 votos para obtener su nominación en primera vuelta es inadmisible. El texto constitucional es por demás preciso, se requiere el 50% + 1 voto (y ni un voto menos) para obtener la nominación y aunque es practicamente imposible que no se obtengan de entre los 30 mil votos observados que faltan escrutar la Constitución exige actuar en base a certezas y no en base a presunciones por más certeras que puedan estas parecer.

En el caso de la relativización de la normativa constitucional aprobada hace menos de 48 horas la cosa es mucho más grave. En lo personal considero que el texto aprobado es un disparate, una fantochada de imbeciles, trasnochados y miseros interesados que condena a la ilegalidad a decenas de miles de familias que tienen aljibes, pozos semisurgentes y pozos negros, que impedirá que la gran mayoría de los que hoy no tienen agua corriente ni saneamiento lo tengan en muchisimos años, que entorpecerá el desarrollo del agro y del turismo y que creará situaciones de inseguridad jurídica para decenas de compañías que hoy embotellan y comercializan agua mineral y para los que han hecho -además- de la exportación de agua mineral una fuente de ingresos.

Pero el texto fue aprobado y debe cumplirse. Sin vueltas. Sin interpretaciones anodinas, sin medias tintas. Debe cumplirse a rajatablas. Si la malicia y la ignorancia de los de la Comisión promotora y la demagogia y cobardía de las fuerzas políticas que acompañaron este mamarracho constitucional obraron de forma que -aun ignorantes- los uruguayos optaramos por hacerlo parte de la carta magna, a joderse. Ahora hay que cumplir la voluntad del soberano.

Buenos Aires, noviembre 2 de 2004