Cuba es una dictadura totalitaria.
Difícilmente esto se pueda discutir sensatamente desde una ética democrática.
La ausencia de pluralismo político, la abolición de la justicia independiente, la prohibición del disenso, la persecución de la prensa libre, el reemplazo del parlamento por un circo como el que periódicamente se reúne para aprobar por unanimidad y aclamación todo lo que propone el demiurgo del unicato caribeño cubano, son los rasgos esenciales de una sociedad totalitaria, y todos ellos coexisten en Cuba hoy.
La educación en Cuba es uno de los tantos mitos propagandísticos del régimen, y vamos a tratar de demostrar su impostura revelando parte de la normativa totalitaria que regula la enseñanza, de ciertos instrumentos doctrinarios dogmáticos, de la descarada manipulación histórica y del férreo método de control de pensamiento que desde la más tierna infancia configura un perverso régimen de adoctrinamiento mental diseñado para reducir al hombre a la condición de un engranajey que está en las antípodas de un sistema educativo en el sentido vareliano del término.
El mito de la educación cubana.
A cualquier uruguayo que se precie le es difícil concebir un sistema educativo que no incluya los conceptos de laicidad, gratuidad y obligatoriedad que nos legara Don José Pedro Varela. Pues bien, uno de esos conceptos básicos, el de la laicidad, que se caracteriza por no imponer una visión del mundo al educando sino por crear las condiciones para que cada quien libremente construya la propia, en Cuba,no existe.
En Cuba la enseñanza no solamente no es laica, sino que además no hay libertad de cátedra en las universidades, existe un implacable control ideológico sobre los educandos y los educadores a todos los niveles, hay libros prohibidos, filósofos prohibidos, economistas prohibidos, poetas prohibidos, cineastas prohibidos; hay tantas cosas prohibidas y censuradas en el ámbito de la enseñanza que sería más fácil hacer una lista de lo permitido que de lo vedado
Como decíamos, esa laicidad vareliana que protege a los niños uruguayos del adoctrinamiento político y religioso, en el unicato vitalicio cubano, no existe. Con eso alcanzaría para cuestionar de raíz a la política educativa de la dictadura, pero esa falta de laicidad es apenas la punta del iceberg de un programa diseñado con fría premeditación política para someter a los niños cubanos a una suerte de lavado cerebral intensivo desde su más tierna infancia, una planificación pensada desde el más alto estamento gubernamental con objetivos indisimuladamente ideológicos y totalitarios, imposibles de concebir en una sociedad como la uruguaya, o de cualquier otra que se rija por los cánones educativos normales de la comunidad democrática internacional.
El sesgo dogmático y excluyente de los programas de enseñanza a todos los niveles, unido al inflexible sistema de control ideológico conforman uno de los argumentos centrales para calificar al sistema político reinante en la isla de totalitario. Porque a diferencia del autoritarismo de las dictaduras como la que nos tocó sufrir a los uruguayos, acá existe una intención clara y planificada del estado de controlar orwellianamente, lo que piensan y opinan sus ciudadanos sin dejar margen de ningún tipo al disenso
El dogmatismo excluyente
Veamos algunos documentos que ejemplifican mejor lo que decimos. El siguiente es el Código de la Niñez y la Juventudvigente en Cuba, donde encontramos las siguientes “perlitas”:
Artículo 3. La formación comunista de la joven generación es una aspiración del Estado,la familia, los educadores, las organizaciones políticas y de masas que actúan para que surja y se desarrollen en los jóvenes, los valores ideológicos del Comunismo.
Artículo 5:La sociedad y el Estado, velan porque las personas que se vinculan a los niños y jóvenes en el proceso educativo constituyen un ejemplo para la formación de su personalidad comunista.
Artículo 8:La sociedad y el Estado trabajan por la eficaz protección de los jóvenes ante toda influencia contraria a su formación comunista
Artículo 18: Los educadores tienen una elevada misión en la formación de su personalidad comunista.
Esto es un ejemplo de dogmatismo totalitario imposible de refutar.
Imagine el lector si en Uruguay existiera un código del niño semejante y en lugar de comunista dijera batllista, nacionalista o cristiana. Me gustaría saber si los hipócritas de siempre que aceptan en Cuba lo que condenan en Uruguay, estarían dispuestos admitirlo.
Pero hay más.
El culto al odio
Los niños más pequeños hacen su aprendizaje en lectura y escritura repitiendo consignas políticas que, naturalmente, también se utilizan en los fastos patrios y en los actos escolares curriculares colectivos.
"Pioneros por el Comunismo, seremos como el Ché"cantan los más chiquitos. Imaginen que nuestros preescolares entraran cantando a la fiestita de fin de año algo así como esto: “Pioneros por el batllismo, seremos como Don Pepe...”
Veamos esta otra consigna que usan los más creciditos: "Comandante en Jefe, Ordene,/ Ordene sobre esta tierra,/ que vamos a hacer la guerra,/ si el imperialismo viene" Cambie usted imperialismo por comunismo, ponga “aquella” marchita de fondo y piense lo que se perdió de hacer el ministro de educación de la dictadura militar del 73.
También hay consignas oficiales más “sofisticadas” para los mayorcitos. Como esta: "Odio y Muerte al Imperialismo Norteamericano".Un verdadero canto a la vida.
Y al amor.
Finalmente encontramos esta joyita que repiten los estudiantes secundarios como forma de homenaje a su autor, el guerrillero argentino Ernesto Guevara:"Odio como factor de lucha; un odio incondicional hacia tu enemigo, el cual te empuja mas allá de las limitaciones humanas y te convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría maquinaria de matar."
El odio.
Una constante de la “educación” cubana es enseñar a odiar.
El odio de clases, el odio a los Estados Unidos, el odio al enemigo, el odio al disidente, el odio como instrumento político, el odio como forma de vida. Aprender a odiar al que no piensa como el estado dice que hay que pensar.
Si esto no es totalitarismo que venga Lenin y lo diga
El Gran Hermano
El estudiante cubano está sujeto a férreos controles políticos desde pequeño. Para este fin, no solamente están las organizaciones oficiales pautadas y controladas por el estado como los pioneros y las juventudes comunistas, sino que además existe el “expediente acumulativo del escolar”, un documento oficial donde se archiva toda la información concerniente al estudiante, desde la actuación académica hasta la evolución de su pensamiento político en general, y con respecto al comunismo en particular. De esa manera el gobierno cumple con lo que ordena la constitución y el código de la niñez y la juventud; y el niño se acostumbra a vivir en un régimen donde lo correcto es mantener una actitud comunista y revolucionaria en todo momento, al tiempo que se habitúa a rechazar a todo aquello, y a todo individuo que piense o manifieste una posición contraria a la doctrina oficial marxista leninista que recibe en su centro de estudios.
En Cuba se adoctrina a los niños desde el momento que empiezan a leer. Se les inculca que le deben lealtad al Partido Comunista por encima de todo lo demás. Incluso de su familia. Una forma de manipulación infantil que utiliza a la escuela pública con el objetivo de fabricar niños como el tristemente célebre Pavil Morozov, aquel niño ruso puesto como ejemplo de patriotismo por Stalin, por haber delatado a su padre a la policía política del régimen, por la animadversión de su progenitor al comunismo.
La manipulación de la Historia
Vamos con otro documento precioso.Se titula “Historia Universal y de Cuba en los tiempos modernos (1870-1917). Parte II. Octavo grado. Programa.” La obra fue publicada inicialmente en 1979 por el Ministerio de Educación de Cuba, pero la edición a la que tuvimos acceso se imprimió en 1981 y consta de 70 páginas compiladas por un panel de “técnicos”.
Este fue el plan de estudios que los instructores obligatoriamente debían ceñirse para “educar” a las nuevas generaciones en el espíritu comunista. Educar a los maestros es tan importante como educar a los alumnos. Es por ello que el libro se abre con un capítulo llamado “Explicación Necesaria”, una exposición que abarca unas 20 páginas de las 70 que tiene el libro.
La “Explicación” va dirigida a todos los maestros de historia de todos los grados y allí se aclara que solamente el materialismo histórico y dialéctico pueden servir como fundamento científico de la historia. Dicho de otra manera la historia obligatoriamente debe ser vista desde la óptica de Marx, Engels y Lenin.
Esto, que no es más que una patética clonación del periclitado sistema de instrucción soviético, se complementa, al igual que el original de la matriz, con la prioritaria importancia que las autoridades cubanas le dan dentro del programa de historia, al estudio y la referencia constante a los clásicos del marxismo-leninismo, a las declaraciones de los congresos y los documentos oficiales del Partido Comunista. El plan de estudio determina los “Objetivos Generales de la Asignatura” para todos los cursos escolares. Los objetivos de conjunto de la enseñanza de la historia son ocho.
Los tres primeros nos eximen de cualquier comentario sobre “la educación cubana”:
1.- Formación de los alumnos en la concepción marxista-leninista;
2.- Educación de los alumnos en la fidelidad a la causa del Partido Comunista, a los ideales del comunismo y su preparación para luchar por su realización;
3.- Educación moral comunista.
Tan sólo después de esos propósitos impúdicamente político-ideológicos siguen pautas carácter pedagógico o cognitivo. Sin embargo, también esas decisiones reciben una recurrente carga política en todo el programa de enseñanza.
La libertad de cátedra
Finalmente queremos dedicar un párrafo a la libertad de cátedra universitaria. Es importante recordar que en los países democráticos la libertad de enseñar en las universidades está asegurada en las normas legales porque es la forma de garantizar los deberes y derecho del hombre. La libertad de cátedra es un símbolo de la libertad de expresión y de pensamiento, una conquista del racionalismo moderno, y sobre la que le se cementa la existencia de una sociedad democrática, plural e intelectualmente libre. La libertad de cátedra es hija de la libertad de pensamiento, de allí que en una universidad no puede haber una sola ideología, la universidad no debe ser la tumba de las ideologías prohibidas sino que debe ser la cuna de todas ideologías, en donde cada una de ellas puedan desarrollarse, expandirse y retroalimentarse.
En Cuba lo que existe es la antítesis de la libertad de cátedra.
Y si no lean con atención esta noticia, que si bien tiene algunos años, su vigencia es absoluta, y que describe mejor que mil comentarios el resultado de la “educación” cubana. Dogmatismo, intolerancia y espíritu autoritario.
LA HABANA, 3 de diciembre 1999 (José Gabriel Ramón Castillo, Cuba Press) - La Asamblea de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), que sesionó esta semana en Santiago de Cuba, reiteró el carácter excluyente de la educación superior en el país con la aprobación de un eslogan definitivo: "La Universidad es para los revolucionarios".
La reunión de los estudiantes se pronunció también por fortalecer el trabajo político ideológico mediante una recién creadas Cátedras de Valores.
La FEEM propuso a sus afiliados rescatar la laboriosidad, honestidad y seriedad, y luchar por el internacionalismo y el antiimperialismo.
La organización llamó a la captación de jóvenes para que matriculen en los Institutos Politécnicos Agropecuarios y a examinar con detenimiento los expedientes de los futuros estudiantes universitarios que necesitarán un aval para el ingreso que armonice el rendimiento académico con la lealtad al gobierno.
Conclusiones
¿Qué podemos decir a modo de conclusión de esta colección de aberraciones pedagógicas que describen con descarnada crudeza el estado de la educación en Cuba partiendo de los documentos revelados?
Que el claustro de maestro esta obligado a impartir la historia desde un punto de vista parcial y sesgado por la ideología marxista leninista, única permitida en la sociedad cubana. Que los alumnos son blanco de un sistema de instrucción politizado, dogmático y excluyente, que pone por encima de cualquier principio, la ideología del partido comunista en la formación del pensamiento y la escala de valores de los educandos.
Que la educación cubana pretendiendo formar un hombre nuevo, constituye una forma retrógrada y perversa de abortar en su origen el libre albedrío, de castrar la libertad de pensar, y de ahogar el desarrollo del espíritu crítico de las nuevas generaciones que es lo que en definitiva enriquece la cultura, la ciencia y la capacidad artística de cualquier sociedad.
Vivimos en un mundo enfermo de incredulidad e infectado por la existencia de feroces dogmatismos que contaminan nuestro presente.
Pero cuando los intolerantes encaramados en el poder obligan a maestros y profesores a sustituir la búsqueda de la verdad por la inyección excluyente de sus ideologías, entronizando el dogma en el lugar donde debería imperar la tolerancia, la laicidad y la libertad de cátedra, se está contaminando también de fanatismo y sectarismo dogmático a las futuras generaciones.
Porque la educación no es un problema meramente técnico, sino que, por sobre todas las cosas, es el proyecto de sociedad que una generación pretende legar a las que vendrán, el horizonte de una concepción del hombre que sirve de basamento a los presupuestos que esa sociedad mantiene acerca de su realidad y su destino y que, de una manera u otra, definen una manera de vivir y convivir, de crecer y florecer, y también de morir y perdurar.
Y ese proyecto de sociedad determina con claridad qué es lo que se quiere de un pueblo y con qué fines hay que educarlo: si para lograr guerreros o humanistas, si para producir verdugos o seres respetuosos de sus semejantes, si para estimular el odio o para sembrar el amor.
Después de tantas y tan terribles experiencias vividas a lo largo de los siglos, es difícil entender como algunos siguen creyendo que el fin puede justificar los medios. Por eso desde nuestra humilde tribuna queremos enfatizar nuestro rechazo intelectual y espiritual a cualquier sistema que no tenga como primera condición el respeto por el ser humano, lo que supone antes que nada garantizar su libertad en todas sus dimensiones.
Nos consta que los cada vez menos intelectuales defensores del unicato castrista que van quedando, siempre argumentan que la libertad en las democracias occidentales existe para algunos y excluye a otros, lo que es una verdad a medias y por lo tanto la peor de las mentiras. Y en su caso específico, un sofisma propio de su hipocresía ideológica recalcitrante en términos de derechos y libertades. Pues ha sido en las universidades libres de esos países democráticos, con autonomía universitaria y libertad de cátedra, donde surgieron las grandes doctrinas redentoras del hombre explotado, mientras que en los países totalitarios como Cuba, China o Corea no existe ni libertad de enseñar, ni de aprender ni de investigar.
Porque la diferencia entre educar y adoctrinar es la misma que existe entre enseñar a hablar a niño y a un loro.
Porque educar es mucho más que aprender a repetir consignas.
Porque educar no es enseñar a odiar, perseguir y destruir a quienes piensan diferente
Porque educar es, en definitiva, un acto de amor y no de odio.
Montevideo, agosto de 2004