La tecnología y el hombre
por Sebastián Saavedra
Primero los elementos tecnológicos, luego la ciencia fruto de la observación y el auxilio de la tecnología. Desde entonces una continua interacción; así, los conocimientos científicos proporcionaron la posibilidad de crear nuevos elementos tecnológicos con aplicaciones prácticas, y estos nuevos elementos tecnológicos proporcionaron nuevos datos científicos. Este proceso o progreso en la tecnología y en las ciencias fue lento, muy lento y casi siempre respondió a la necesidad que tuvo el hombre; primero, lisa y llanamente de sobrevivir; luego para realizar el trabajo con más eficacia y satisfacer así las demandas y por último para obtener una vida más confortable y plena. Claro está que se realizaron invenciones antes de que el hombre las necesitara realmente, pero que afianzan su permanencia cuando al fin y al cabo satisficieron las necesidades del hombre.
Fue en el siglo XIX, en Inglaterra especialmente, que este proceso se vio acelerado, cuando todos los progresos técnicos desarrollados en siglos anteriores encontraron efectiva maduración y respondieron a la particular situación social en donde se destacaban nuevas estructuras económicas y un alto grado de libertad en la investigación científica y en la experimentación práctica. Del mismo modo en siglos anteriores, en época del mercantilismo, la mecánica y el magnetismo se había ido desarrollando coincidentemente con la utilidad que de ellos podía extraer la navegación, la actividad mercantil y esas pocas industrias que habían podido desarrollarse a gran escala.
Desde mediados del siglo XIX la aceleración fue cada vez más intensa, los intervalos entre invención y aplicación se hicieron prácticamente inexistentes y todo adelanto tecnológico encontró prontamente su función práctica siendo perfeccionados por la experiencia de generaciones sucesivas. Las invenciones técnicas y sus aplicaciones en la industria trajeron consigo grandes beneficios y altos costos humanos expuestos por grandes estudiosos de manera bien detallada entre ellos Marx y Engels. Pero a pesar de todo las innovaciones técnicas sobreviven y no solo por sus aplicaciones en la industria, sino por la creación de nuevas industrias y de nuevas artes que fueron ampliando el espectro de actividades y oficios que permitieron la sobrevivencia del capitalismo. Comúnmente cuando el capitalismo parece colapsar, él mismo se encarga de crear nuevas modalidades de trabajo que reanudan las esperanzas del los obreros y luego hace que la pierdan y luego otra vez la reanudan y luego…
Y continuando con este vertiginoso progreso el siglo XX se desarrolla en un ambiente de ensueños. Sería imposible enumerar todos los adelantos tecnológicos y científicos del siglo XX y los beneficios que estos trajeron, sobre todo en salud, entre otras cosas. Todas las industrias, todas las ciencias y las artes se desarrollaron inconmensurablemente e incluso se crearon nuevas. Pero también se comienza a cuestionar y a acentuar los males que traen consigo los nuevos artefactos. Siempre hubo quienes, por ejemplo, cuando se inventó el ferrocarril auguraron atrofia en las piernas y trastornos mentales por la sucesión vertiginosa de paisajes. En realidad no todas las críticas que han sufrido los elementos tecnológicos son como la anterior, los principales cuestionamientos giran en torno al desplazamiento de los obreros por las maquinas y la creación de artefactos de destrucción masiva. Pero observemos bien, el siglo XX con toda su cultura tech, no es ni más ni menos que otro escenario en el que le ha tocado vivir al hombre, un escenario más complejo, con nuevas herramientas y nuevas formas de comunicarse, pero donde las pasiones que dominan las acciones del hombre siguen siendo las mismas. Como no quiero emitir juicio moral (el cual carecería de toda objetividad) voy a evitar analizar cuales fueron y son las pasiones que dominan a aquellos hombres que realizan acciones que traen consecuencias negativas.
En fin, la tecnología carece de moral, es protagonista junto con el hombre de hechos o fenómenos que tampoco son fenómenos morales sino que se realizan sobre ellos una interpretación moral, o sea valorar los hechos conforme a las valorizaciones de la cultura a la que pertenece y es aquí donde las nuevas formas de los medios de comunicación y transporte han realizado su mayor colaboración. Los medios de comunicación acortan distancia favoreciendo la creación de una cultura universal, con valorizaciones morales universales; o sea, se comienza a relativizar la pertenencia a una cultura local, subordinándola a una valorización universal que rescata lo que los seres tenemos en común y no aquello que nos singulariza y nos diferencia.
Podríamos, claro está, prevenir males si destruimos y evitamos el progreso y la creación de elementos tecnológicos, pero esto de echar a la hoguera los martillos porque algún psicópata ha comprobado lo efectivo que son para romper cráneos, es más bien propio de una civilización infantil y no de una cultura protagonizada por seres responsables, que jamás deberían enfadarse ni responsabilizar de nuestros males a entes carentes de cualidades morales e intelectuales.
En nuestra próxima edición trataremos de ser más específicos, proponiendo como tema: el uso, el abuso y los contenidos de los medios de comunicación y las artes. Cine, televisión, prensa e Internet. ¡Internet!, el más deliciosos producto de la tecnología; el único, real y verdadero mundo libre.
Material publicado por Brumas y Lluvias