Para salir de la crisis la palabra es:
ASUMIR
Por Pedro Hernández
Para actuar en la vida es necesario asumir. Asumir para enmendar, para cambiar de rumbo o para potenciar. En todos los ambitos debemos asumir las causas verdaderas y nuestras responsabilidades. Eso es lo que no han hecho y no hacen ni los gobernantes ni la mayoría de los gobernados, el “facilísmo” uruguayo nos impide hablar de futuro, ya que no queremos recurrir a la memoria historíca- juez implacable-, para encontrar el camino a seguir. Para saber hacia donde vamos tenemos que saber de donde venimos.
Vivimos en el discurso permanente, no hay sector de la vida del país que no esté reclamando algo. Es el reclamismo casi cotidiano.
Nadie se pregunta el porque de algo tan anormal y tan perjudicial para el desarrollo y la tranquilidad pública. Es que todo el mundo trata de dar “explicaciones” de manera de eludir las responsabilidades. En el caso de los gobernantes eso es muy notorio.
Así llegamos a la paradoja de que nadie es responsable de lo que le sucede al país.
Los gobernantes culpan: al estado- grande dicen- que ellos han creado con el manejo clientelístico, a la oposición porque se opone a todo, a los sindicatos porque se pasan reclamando y al exterior, por el tema del acceso a los mercados y a los precios.
Por otro lado la oposición y los sindicatos responzabilizan a los gobernantes.
Nadie repara que con este modelo de economía desintegrada y el manejo clientelístico no hay salida, la historia de los últimos cincuenta años es muy clara.
Según los conductores actuales del país el “mercado” es el que proveerá la solución.
Por los frutos conocereís el arbol.
Se han escrito y se siguen escribiendo torrentes de palabras sobre los problemas del país, pero estos perduran agravandose y nadie se cuestiona, esto también deben asumirlo todos.
Todo se limita a juegos dialécticos - salvo ecxepciones, depende de que lado del mostrador se esté - sin ir al fondo de los mismos, el tema para los gobernantes o sus corifeos, es disminuir los “costos” políticos. No se sabe a que le llaman “costos” ya que el deterioro es tan fenomenal que más bien deberíamos hablar de la “quiebra”.
En estos juegos los dirigentes del 3 y 2 – partido único - vienen eludiendo las responsabilidades históricas- desde hace más de 50 años- que le caben y la oposición no acierta a ver el país real.
El país real es el que se ha ido desguazando y hemos estado autodestruyendo.
Hemos discutido sobre las nacionalizaciones – bancos, industrias etc -. Los defensores del modelo ponen el grito en el cielo, pero en realidad hemos estado “nacionalizando” las deudas privadas y el salvataje de los banqueros en cada una de las crisis, a ello no se oponen.
Históricamente el estado es un mal socio cuando las cosas marchan bien, pero es el socio deseado cuando vienen las crisis.
Hemos discutido sobre las privatizaciones de los entes industriales del estado bajo el argumento de que no son eficientes. Pero nadie dice que para medir la eficiencia hay que partir de una correcta conducción y un marco de reglas de juego claras y minimamente predecibles- eso reclaman los inversores privados y estamos de acuerdo-.
Los entes públicos se han conducido bajo la “visión” del interés político partidario, manejo clientelístico -provision de cargos de direccion por el reparto del 3 y 2- sin que pesen las cualidades tecnicas o gerenciales.
Vale decir que no hay argumentos serios y valederos para decir que son ineficientes y que por ello hay que privatizarlos. Hay mucho camino para recorrer y la mejor prueba es de que hay interesados en quedarse con los “ineficientes”. Tampoco hay que olvidar la historia de lo “privado” en el país, siempre acudiendo al manejo de influencias partidarias-para conseguir algún préstamo, refinanciar deudas o conseguir alguna amnistía tributaria, socializar pérdidas, etc -, las reglas de la economía no cuentan.
En realidad hay que cambiar esta forma no ética e inmoral de conducir los intereses públicos y privados. Hay que recrear una conducta republicana al servicio de los altos intereses del País, tan olvidados.
Así ha discurrido nuestra historia socio-económica desde fines de los 50 hasta hoy, sin pena ni gloria y siempre escuchando a los “mismos” hablando de lo “mismo”.
Poco a poco de la mano del manejo clientelístico el país se ha deslizado por la pendiente de la mediocridad. Los gobernantes ha pasado a ser meros administradores y por desgracia malos. Es que en el manejo de la impunidad política vehiculizada por el reparto de los cargos públicos- 3 y 2 – no es posible otra cosa.
Este es un tema central a combatir y erradicar si es que se pretende cambiar y no seguir en este juego perverso del clientelísmo- gauchadas, tráfico de influencias, amiguismo- que tanto daño le ha hecho, le sigue haciendo al pais y cuyas repercusiones, de comenzar a cambiar afectará a varias generaciones.
La integración de la economía - que nadie quiere asumir- es el otro debe relevante a resolver si queremos tener estabilidad y crecimiento sostenido.
En los discursos se habla de la integracion de las cadena agroindustriales, pero estamos como siempre hablando sin poner los conceptos claros y la posición de cada actor en su justo lugar, sin rehenismos.
La estabilidad de los sectores productivos es un debe histórico para el país y para el agro en particular por su condición de sector rehen.
Cada pocos años fruto de las crisis económicas los productores se ven en la necesidad de cambiar, en la agricultura de secano, los sistemas productivos muchas veces en desmedros de otros, tal es el caso del boom de la soja- ayer lo fue el trigo- que está desplazando a sectores integrados-agrícola- ganadero o lechero- en una apuesta a los buenos precios que nadie sabe cuanto van a durar. Los manejos integrados y rotativos son una garantía de estabilidad y un mejor cuidado del recurso tierra – no renovable -.
Es solamente en los paises de economías desintegradas donde la agricultura vive al compas de la especulación de los mercados, ante la mirada bobalicona-complaciente de los burotecnocratas, de los gobernantes que “respiran” por la “distración” eventual y la alegria de los inversores “golondrinas” que no tienen problemas, al menor atisbo de cambio de “clima”- precios, mercados, etc-levantan vuelo y se van, esto tambien hay que asumirlo si se quiere cambiar.
Este es el manejo “facilongo” de la economía, el dejar hacer, dejar pasar.
¿Para que preveer?
Hoy de la mano de “medidas” que se tomaron por la presión de la crisis – devaluación – se le devolvió la rentabilidad a los sectores productivos exportadores - quitada con el atraso cambiario-, paralelamente se perjudicó los sectores sociales con entradas fijas, a los ahorristas, a los sobreendeudados y a los productores dependientes del mercado interno.
Se benefició, a los malos pagadores –pago de deuda con bonos devaluados-, a los grandes inversores que compraron a precio de mercadería robada las inversiones realizadas en los 90 y a los sectores financieros.
Una economía a los tumbos en la que algunos años unos ganan y otros pierden y viceversa.
Si esto es conducir un país y decir que que hay economistas, cambiemos rapidamente antes de la próxima crisis.
Una vez más decimos,es una economía desintegrada las “soluciones” no son sino meros parches en la coyuntura, de ahí el reclamismo recurrente y esto tambien hay que asumirlo.
En cada crisis se profundizan las inequidades y con una estructura social muy asimétrica la economía no puede encontrar los equilibrios mínimos y necesarios para desarrollarse en forma sustentable.
Hoy muchos operadores no se animan a responder cuanta durabilidad tendra este “despegue” de la economía porque la salida de la crisis es de la mano de los “mismos”-con las mismas herramientas- que no la previeron y de alguna manera abonaron las condiciones para que sucediera.
Por otra parte mucho tiempo llevará para que derrame beneficios sobre los grandes problemas sociales.
El país sólo puede salir de esta crisis con vision de conjunto, que nunca tuvo.
Pero el electoralismo permanente y su sublimación en años electorales hace que se actue mirando los números macroeconómicos y se siga olvidando la microeconomía.
La renuncia a la conducción de los entes del estado, para hacer campaña electoral es una práctica totalmente contraria a un buen manejo empresarial, con el agravante de que el cambio- por un año- es en función de posiciones político-partidarias. Creo que ninguna economía que aspire a desarrollarse y crecer en forma sostenidad puede hacerlo en este marco. Nuestra historia de los últimos 60 años es contundente.
El manejo del país en el marco del clientelismo nunca potenció la conducción de los entes del estado sino que lo usó como instrumento para dominar la voluntad ciudadana,sobornandola-trámites jubilatorios, refinanciaciones de deudas, amnistías tributarias, etc, etc - con los recursos públicos.
El país con este manejo –Histórico – no puede esperar otros resultados que los tenemos hoy, hay que asumir las responsabilidades y no “rasgarse” las vestiduras.
La dictadura política del 3 y 2 desde hace más de 70 años es la gran responsable.
Hoy tenemos al país embretado en la peor crisis de los últimos cien años y nadie parece advertir que es la acumulación de las anteriores, no resueltas teniendo en cuenta sus verdaderas causas.
¿Al fin y al cabo no es el bienestar de los ciudadanos, la finalidad de la política y de la economía?
Este es un país que habla de los problemas como que nunca sucedieron alguna vez, en el marco de una desmemoria histórica que nos tiene paralizados.
Esta desmemoria es fruto del manejo político del 3 y 2 que le ha quitado transparencia y cristalinidad a la conducción del mismo, tanto en el ambito público como en el privado.
El ejercicio pleno del acceso a los medios de comunicación siempre estuvo recortado y esto es vital para recrear- entre otras cosas - una economía trasparente y competitiva, donde cada una sepa quien es quien.
La libertad de expresión en su verdadera magnitud es otro de los tantos “mitos” que nos hemos creido, confundiendolo con gritar en el boliche y poco más.
Nos hemos acostumbrados a pedir “favores” en lugar de reclamar derechos.
La más amplia libertad de expresión y las condiciones para que esta pueda expresarse, sin presiones, es otra condición esencial si se quiere hablar en serio de la economía, del país y sus problemas.
El discurso permanente y la descalificación un modo de operar de políticos y dirigentes gremiales que debe ser asumido y erradicado.
¿Puede un país desarrollarse en el marco de disparatadas y obscenas asimetrías sociales y económicas?
¿Es ético y moral aceptar escandalosos sueldos- en distintos ámbitos- en un marco de necesidades para subsistir?
¿Es de recibo el argumento del mercado, como “sabe” vale tanto y las diferencias salariales puedan llegar a 50 veces dentro de una empresa?
¿Es racional desde un punto de vista económico, que los que proveen los eslabones iniciales- de las cadenas agroindustriales- sean rehenes.?
Algunas de las preguntas elementales que se deberían hacer los gobernantes, la oposición, los dirigentes gremiales y el pueblo en general sí realmente se quiere salir de la crisis o seguir pensando cada uno en su “chacrita”.
Enero 2004