" Haz de Internet una gran plataforma de comunicación, no la conviertas en una cloaca de maldad" preHacker.Hacker Digital.
Año II - Nº 62 - Uruguay, 23 de enero del 2004

El Primer Uruguayo en la Luna
Voracidad Fiscal
Salvajada Impositiva
Contrabando... ¿hormiga o tatú?
Sucedió en España
El hombre que superó su obra
Otra vez Paul Krugman
Ojos Uruguayos en Brasil
Chairando ideas...
Anécdotas Bancarias
Se olvidaron del Tratado de 1889
Uruguayos Enojados
Finalmente primó la cordura
Proyecto Uruguayo de Investigación
Simplemente una historia de emigrantes
Hurgando en la Web
Pensando desde adentro
Para salir de la crisis...
Ecos de la semana
País del tercer mundo, ciclista del primero
En el Río de la Plata se prendió un puntero
Rincón de Sentimientos
El Interior también existe
Olvidémonos de las Pálidas
El Marinero
Correo de Lectores
Humor Uruguayo
 
 
 
 
 

 

ANECDOTAS BANCARIAS
por Rubén López Arce

Mil cosas han sucedido durante toda una vida de trabajo.
Sucesos jocosos, de irresponsabilidad, tonterías, en fin, aconteceres que palpitan sentimientos y actitudes.
En una anécdota nos toca ser héroe, y en la historia siguiente somos infractores, representamos la inocencia y al instante conformamos el personaje que ha transgredido disposiciones superiores.
El anecdotario debe ser así, no con ánimo de sobresalir, sino con ánimo de ser sincero. Las cosas sucedieron y así las contamos. Aquí van mis historias, muy sencillamente narradas, en las que me tocó intervenir en todo el espectro de actitudes.
Los personajes que en ellas intervienen son reales, a veces son nombrados pero muchas veces he preferido dejarlas en el anonimato o con nombres supuestos, totalmente seguro de que al leerlas, cada uno de ellos verá y comprobará la sinceridad de mis narraciones.-

NOBLEZA

La señora estaba enojada de verdad, aquel lunes a primera hora de la tarde en Agencia Centro.
- Cajero, vengo a buscar los U$S 34 que le sobraron el viernes de tarde...
- Señora, el viernes de tarde no tuve ningún tipo de diferencia...
- Claro, si se echa al bolsillo mi cambio, lógicamente no tiene diferencia.
-!Eso suena muy feo, señora, y no lo voy a permitir…conmigo no tiene nada más que hablar... diríjase a la Gerencia y allí plantee su problema.
Así lo hizo la señora y no obstante la defensa que esgrimió mi Gerente, a su llamado concurrí a su despacho. La acusación continuaba latente por lo que aduje:-
- Sra. por favor, ¿Vd. puede pensar razonablemente que después de 30 años de trabajo y 15 años de cajero, voy a ensuciarme las manos con sus U$S 34? Búsquelos en su cartera, en sus bolsillos… no sé, puede haberlos perdido, se le pueden haber caido en el ómnibus… no sé….
Ella me acusaba de firme y con toda la impotencia del mundo dije algo que no debí decir:
-Sra., que yo no vea viva a mi hija, cuando retorne a casa, si yo me apropié de su dinero...
- ¡¡Dios lo perdone!! Lo voy a hacer echar del Banco, mi esposo es íntimo amigo del Presidente del Directorio y va a hacer la denuncia…le aseguro que esto no va a quedar así.
Se retiró la dama insultándome y gritándome "ladrón" desde el salón y frente a todo el público presente. Así son las leyes del juego. Yo sabía que yo no los había tomado, tenía mi conciencia tranquila, pero jamás podría probarlo. Quedé indignado y nervioso, pero con el correr de la tarde me fui serenando.
Dos días más tarde veo venir a la señora directamente hacia mi caja, y sin darle tiempo a hablar le espeté:-
-Sra. ni se acerque a la Caja! No voy a soportar más insultos, retírese , por favor! Para seguir ofendiéndome, vaya directo a la Gerencia.
- !!Sí... voy a la Gerencia, y Vd. también vaya, porque es muy urgente...
Allá fui de inmediato y junto al Gerente, tuvimos oportunidad de ver a una mujer verdaderamente arrepentida... decía llorando:
- Gerente, ¡encontré los dólares en el bolsito de plástico que el viernes traía en mi mano! Pido perdón por todas las cosas que pensé y dije. Cajero,… dígame que me perdona...
- Está bien señora,… me alegro por Ud. y agradezco su nobleza., Son muy pocas las personas que, en su situación, y luego de gritar las cosas que gritó, vuelve a desdecirse y mostrar arrepentimiento. Está todo bien...vaya tranquila
El Gerente sin decir palabra, sonreía, satisfecho de la situación creada.
A partir de ese día nos hicimos grandes amigos con la señora, hasta el extremo de que, cuando por razones de servicio me cambiaban de Agencia, ella transfería sus cuentas para la dependencia donde yo estaba trabajando.