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Año II - Nº 62 - Uruguay, 23 de enero del 2004

El Primer Uruguayo en la Luna
Voracidad Fiscal
Salvajada Impositiva
Contrabando... ¿hormiga o tatú?
Sucedió en España
El hombre que superó su obra
Otra vez Paul Krugman
Ojos Uruguayos en Brasil
Chairando ideas...
Anécdotas Bancarias
Se olvidaron del Tratado de 1889
Uruguayos Enojados
Finalmente primó la cordura
Proyecto Uruguayo de Investigación
Simplemente una historia de emigrantes
Hurgando en la Web
Pensando desde adentro
Para salir de la crisis...
Ecos de la semana
País del tercer mundo, ciclista del primero
En el Río de la Plata se prendió un puntero
Rincón de Sentimientos
El Interior también existe
Olvidémonos de las Pálidas
El Marinero
Correo de Lectores
Humor Uruguayo
 
 
 
 
 

 

OTRA VEZ PAUL KRUGMAN:
¿ESTÁ PERDIENDO EE.UU. su RUMBO EN EL SIGLO XXI?
Por Ramón Tamames (*)

(La Estrella).- Hace bien poco, se ha publicado en EE.UU. un nuevo libro de Paul Krugman, uno de los economistas más leídos; por varias razones, entre ellas la de ser columnista del New York Times desde enero del 2000.

Rotativo en el que rápidamente adquirió un formidable seguimiento de lectores, que ven en sus artículos una especie de antídoto frente a lo que la Administración Bush difunde a través de los cauces convencionales de la industria mediática; que todavía no parece haberse enterado, por ejemplo, de que el actual presidente de EE.UU. no fue elegido por el pueblo, sino creado por una resolución del Tribunal Supremo.

En cierto modo, Paul Krugman puede escribir con la libertad con que lo hace, porque es un recién llegado; y al mismo tiempo un outsider, como asevera Peter Beinard en The New Republic. Dándose el caso de que en esa doble circunstancia hay una clara coincidencia con el actual candidato demócrata a la presidencia, Howard Dean, que pasó de la medicina a ser gobernador de Vermont, análogamente al camino recorrido por Krugman desde profesor a columnista; y en ambos casos, sin estar avecindados en Washington D.C., que es donde "se cuece todo", y donde se deterioran hasta las esencias más puras.

Krugman es el economista más célebre de su generación (The Economist, dixit, 1991), entre otras razones por su ya amplio acerbo de obras, que le han proporcionado alto prestigio, hasta ser considerado el virtual heredero de John Kenneth Galbratih. Lo cual no va a favorecerle mucho, pues el sanedrín de los Premios Nobel de Economía —las universidades de Este de EE.UU. más la de Chicago—, tienen al viejo profesor de origen canadiense, y autor de La sociedad opulenta, como auténtica bicha negra, precisamente por su gran popularidad.

En su anterior libro, El Retorno de la Economía de la Depresión (1999), Paul Krugman se refirió a la crisis económica asiática, iniciada en el verano de 1997, y a los episodios subsiguientes en Iberoamérica y Japón. Para luego entrar —en la secuencia de ensayos que se reunieron en ese volumen— en temas como la burbuja financiera originada por la especulación bursátil y de los derivados o colaterales en forma de opciones, futuros, etc. Obra que daba una cierta sensación de deja vu, al ser una especie de ritornello sobre la falta de consistencia del modelo asiático —un fenómeno al cual el autor ya se había referido en 1994—, y acerca de la incertidumbre de los mercados financieros. Todo ello, en medio de tal cúmulo de variables, que al final el autor se remitió a una conocida frase de John Maynard Keynes: "estamos envueltos en una confusión colosal, habiendo tropezado con una máquina delicada cuyo funcionamiento no entendemos".

Ahora, ya entrados en el siglo XXI, Paul Krugman nos ofrece un talante más persuasivo en su nueva obra, The great unraveling: losing our way in the new century (W.W. Norton & Company); elaborada a base de artículos previamente publicados en el New York Times, en lo que sustenta toda una crítica abierta contra la sabiduría convencional como han puesto de relieve numerosos comentaristas, entre ellos Jeff Madrick, en la revsita American Prospect.

No obstante ser una recopilación el libro está bien confeccionado, con una introducción de indudable interés, en la que se configuran tres ideas principales: 1) las élites de EE.UU. están rigiendo el sistema político y económico del país de manera inadecuada, y no precisamente a favor de la mayoría de la población tanto por su calidad de votantes, como por la de accionistas de empresas; 2) los políticos y los responsables máximos de las grandes corporaciones, utilizan de manera sistemática toda clase de mentiras, que dirigen al público en general y a los medios; y 3) las fuentes de información existentes son más que suficientes para obtener una visión certera de la realidad, y si ésta no se exhibe, no es precisamente por falta de datos, sino por la sumisión de la industria mediática al poder establecido.

Con esas convicciones tan nítidas, como escandalosas para muchos, Paul Krugman se alinea con el punto de vista de Mark Hertsgaard —autor del libro La sombra del águila: por qué EE.UU. fascina e irrita al mundo—, al sugerir que la derecha radical actualmente en el poder está comportándose como si tuviera que responder simplemente ante un Reichstag al estilo hitleriano, esto es, totalmente dominado por el ejecutivo. E incluso, en su acervo criticismo Krugman utiliza algunas expresiones de Kissinger en el sentido de que la derecha radical es un poder que está minando las reglas democráticas de la legitimidad del viejo sistema político. Y en ese sentido, llega a plantear que el poder del Sr. Bush considera las elecciones simplemente como una formalidad, a resolver, si es necesario, para ganarlas, con sistemas inconstitucionales como los empleados en el 2000. En pocas palabras, la República de los padres fundadores está siendo secuestrada y saqueada, de modo que la propia democracia americana (la antigua de Tocqueville) se mueve actualmente sobre "una capa de hielo muy fina".

En lo que sigue trataré de sintetizar las proposiciones principales de esta nueva obra de Krugman, que podría convertirse en algo así como el ideario de los economistas liberales en EE.UU.; sin olvidar que ese calificativo por aquellos pagos no tiene el mismo significado que en estos nuestros, más o menos lo que allí quiere decirse es que están en posición de la izquierda criticamente; y en correspondencia con el título del libro aspira a desembrollar la situación, aparentemente perfecta, pero que en realidad constituye un gran embrollo. Y ahí van ahora las proposiciones esenciales de Krugman como desembrollador:

1) Está en marcha una revolución de la derecha radical, cuyos propósitos son bien claros: recortar los impuestos sin considerar sus consecuencias; privatizar la seguridad social sin reparar en el coste que ello pueda representar; desregular mercados y sobre todo el de la energía, a pesar de las disfuncionalidades que ello comporta; reducir el tamaño del gobierno, no calibrando el elevado coste social de una operación de esa envergadura; reintroducir la religión en los medios oficiales y en las escuelas, para romper con el laicismo constitucional; poner en peligro los programas ambientales, desdeñando a la naturaleza en su globalidad; e incluso se asume la postura de atacar a otros países de manera preventiva, sin ningún miramiento hacia el Derecho internacional y el multilateralismo. Y lo que todavía es peor: los medios que se ponen para alcanzar todos los fines mencionados, son muy simples, casi siempre una sarta de mentiras.

2) En el caso del recorte de los impuestos, Paul Krugman demuestra que con las medidas adoptadas beneficia fundamentalmente a los ricos, ignorando todas las críticas sobre la irresponsabilidad de la Administración. En el sentido de que cuando se explicaron los recortes, Bush los justificó porque iba a haber gigantescos superávit en los presupuestos, al seguirse la tendencia iniciada por Bill Clinton. Después, al aparecer los abultados déficit (550.000 millones de dólares sólo en los últimos doce meses) la Administración sin embargo no vió razones para cambiar su propósito de reducir la presión fiscal; incluso ante la previsión, a muy corto plazo, de que la salida del mercado laboral de los baby boomers comportará impresionantes necesidades de pensiones federales y de expansión del Medicare.

3) La privatización de la seguridad social, se está haciendo a base de maximizar costes, al favorecerse importantes privilegios de la gran industria farmacéutica y los lobbies de los médicos. En la práctica, se ha incurrido en un coste de billones (de 12 ceros) de dólares para los próximos años, con una preocupante repercusión muy negativa en los ya zarandeados presupuestos según acabamos de ver.

4) En el caso de la energía, la crisis de California primero, y la global de Enron después, mostraron las deficiencias organizativas de un sector cuyos outputs son imprescindibles para todo el sistema productivo de bienes y servicios. Por lo cual, sus reajustes no pueden provenir sólo del mercado, especialmente cuando se evidencia que sus anomalías no son meras manzanas podridas en medio de una salud general, sino una cuestión sistémica.

5) En el tema de la reducción del tamaño del Estado, se aprovecha el pánico que se inició con los sucesos del 11 de septiembre de 2001. Empleando para ello toda la parafernalia de la lucha contra el terrorismo. Sin que ni siquiera se haya investigado a fondo por qué sucedió el 11-S, a pesar de que hubo reiterados anuncios de que iba a ocurrir. Así las cosas, la mayoría de los medios de comunicación social se desentienden por entero de cómo está utilizándose el tal 11-S: una cortina de humo para hacer cualquier cosa detrás de ella.

No entraremos aquí en mayor detalle sobre otras observaciones de Paul Krugman acerca del funcionamiento de la economía y la política, que está dominada por los neoconservadores (neocons en la actual jerga), con sus pretensiones de estar en posesión de la verdad en todo, como si fuera por inspiración divina. Como también es manifiesto el desprecio por lo ecológico, como se ha evidenciado una patética negativa a firmar y ratificar el Protocolo de Kioto.

Por lo demás, en el área de las cuestiones internacionales, Krugman se refiere a la sistemática duplicidad de manifestaciones de la Administración Bush, que vendió al público la necesidad de invadir Irak en razón a la existencia de armas de destrucción masiva en poder de Sadam Hussein, y por la conexión de éste con Al Qaeda. Y tras demostrarse que ninguna de esas dos cosas se daban en la realidad, se recurrió a la tesis sustitutoria de que lo esencial era acabar con un régimen lleno de brutalidades para sus propios ciudadanos. Casi nadie ha explicado los fallos de información sobre las dos primeras causas, y casi nadie ha pretendido poner en duda la tesis de la que hubo que echar mano a posteriori.

Algunos criticarán a Krugman asegurando que es un hombre muy a la izquierda, que acusa a Bush de ser el cabeza visible de un régimen corrupto sin demostrarlo. Pero esas observaciones carecen de base, empezando porque hay decenas de artículos y no pocos libros que explican al pie de la letra como funciona el gang de intereses en torno al presidente. Y en cuanto a si es o no izquierdista, menos aún, pues Krugman está por el libre comercio y la globalización, con lo cual irrita a Ralph Nader y Porto Alegre en sus actitudes antiglobales. Concretamente el profesor de Princenton, manifiesta que "a lo largo del último siglo, las naciones originalmente pobres que han ido subiendo en la escala del bienestar, lo han conseguido aprovechando las ventajas de la globalización".

En suma, por todo lo apuntado, cabría decir, parafraseando a Schumpeter, que en el caso de Paul Krugman se recupera la idea de que los economistas —y de ahí el apelativo que circuló en Francia a finales del siglo XVIII sobre su "peligrosa secta"—, tienen como una de sus grandes razones de ser la de "revelar a la humanidad el sentido oculto de sus luchas". A ese respecto, en el prólogo del libro hay una serie de reflexiones que pueden servir para que quienes trabajan en los medios de comunicación social procuren ver siempre los dos lados de una misma historia, sin postrarse ante el poder de la manera más sumisa. En definitiva, un libro muy recomendable, que además viene una voz, non clamantis in deserto, ya que afortunadamente son muchos los que en EE.UU. piensan como Paul Krugman.
hasta fines de enero, llegando en un par de veces también en febrero.


(*) Economista español de renombre y uno de los más respetados y admirados por sus compañeros de profesión, no sólo por sus conocimientos en materia nacional, sino también por su amplia tarea de investigación y divulgación a nivel internacional. Destaca en el campo de la economía aplicada y estructura económica, así como en el de la Unión Europea (especialmente en lo referente a la Unión Monetaria) y desarrollo sostenible.
Hijo de Manuel (un prestigioso médico) y de Carmen . Nació en Madrid el 1 de noviembre de 1933. Casado con Carmen Prieto-Castro, tiene tres hijos: Alicia (1961), Laura (1962) y Moncho (1968). Estudió en el Liceo Francés, Universidad de Madrid y en la London School of Economics. Empezó estudios de medicina . Es doctorado en Derecho y Catedrático de Economía desde 1968. Entre 1969 y 1977 dirige Iberplán, S.A. Como profesor, ha
enseñado Economía Española en la Cátedra de Civilización Española en la Sorbona de París entre 1983 y 1985. Ejerce como catedrático de Estructura Económica en la Universidad de Málaga (1968-1971) y, desde 1975 hasta la fecha, en la Universidad Autónoma de Madrid. Es profesor en la Universidad de Macao y colaborador de la Academia China de Ciencias Sociales.