Año II - Nº 94 - Uruguay, 03 de setiembre del 2004
  1 Campaa Mundial Seguridad en la Red
 
- El quinto jinete del Islam
- Sesenta años entre alzamientos armados
- Entre los fantasmas y la feria
- ¿Qué hizo Ud. por su Diputado?
- Consul: Liliana Buonomo - Desafío Cumplido
- Misas Campales
- Chairando Ideas: Que ellos pueden respaldar...

- Preocupaciones

- Los porfiados
- Para llegar a Europa
- Carter, Gaviria, el Petróleo y el Katchup
- La dignificación de la salud
- El día que me enderezaron el cactus
- Anécdotas Bancarias: Ingratitud
- Noticias de España
- Deportivísimo
- Buenas razones para
no dejar de fumar
- Hurgando en la Web: Historia de la Universidad de Montevideo
- Así Somos: Ricas Historias de nuestras vidas
- Emigrar a South Australia
- El inexistente salvajismo
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- Bitácora Uruguaya
- Información Ciudadana
- La Cocina Uruguaya
- Rincón de Sentimientos
- El Interior también existe
- Olvidémonos de las Pálidas
- Las Locuras de El Marinero

1 Campaa Mundial Seguridad en la Red

 
EL QUINTO JINETE
DEL ISLAM
Por Ricardo Ayestarán

El negro corcel del quinto jinete del Apocalipsis se ha desbocado trágicamente en el continente asiático y, brutal y despiadado, y en pocos días ha sembrado pavor, muerte, dolor y desesperanza desde Osetia del Norte hasta Israel, pasando por Rusia hasta llegar a Irak y Nepal. Centenares de civiles muertos y heridos es la cosecha de ese incontrolable flagelo de la humanidad en el que se ha convertido la locura homicida de un terrorismo musulmán descentralizado y autónomo, y por tanto cada vez más difícil de controlar aún por los mismos fanáticos clérigos oscurantistas, que desde hace más de dos décadas vienen instilando en las cabezas y en los corazones de la nuevas generaciones de jóvenes musulmanes, el odio como virtud, la saña mediática como metodología y la determinación absoluta de destruir al infiel, como camino seguro de salvación y felicidad eterna.

El Islam es una religión que ha estado politizada desde sus orígenes, pero los cada vez más vastos y radicales sectores integristas han dislocado y distorsionado la doctrina coránica más allá de todo límite teológicamente sustentable, y han logrado llevar a enormes masas de musulmanes a un nivel de fanatismo y a un grado de enajenación tal, como superar el más fuerte de los instintos humanos, el de supervivencia, y de esta manera han refinado el arma terrorista más perfecta de la actualidad: el atentado suicida.

LA HUMANIDAD RETROCEDE EN CUATRO PATAS

Dos mujeres musulmanas que vivían juntas en Grozny, capital de Chechenia, hicieron explotar sincronizadamente dos aviones de pasajeros en Rusia dejando un centenar de muertos. El atentado fue reivindicado por el grupo integrista musulmán Brigadas Islambouli.

En la ciudad israelí de Beersheva otro atentado doble y sincronizado hizo estallar a dos autobuses matando a 16 personas y dejó más de 80 heridos. Este ataque, el más mortífero contra ciudadanos civiles israelíes en lo que va del año, fue reivindicado por el grupo fundamentalista Hammas, a través de un comunicado emitido en la ciudad de Hebrón en Cisjordania.

En Moscú, otra mujer del mismo grupo integrista musulmán que atentó contra los aviones se inmoló en una salida del metro a la hora de más movimiento, cuando miles de personas regresaban a sus casas, matando a 10 transeúntes e hiriendo a otros 51. Su intención era volarse dentro del metro donde la cantidad de víctimas habría alcanzado ribetes aterradores, pero la intervención de la policía malogró sus siniestras intenciones.

En Irak los integristas degollaron y exhibieron con impúdica sevicia,-algo que a esta altura se ha transformado en un verdadero ritual necrófilo-, los cadáveres de los 12 trabajadores nepaleses de la construcción que habían sido contratados inicialmente como ayudantes de cocina en Jordania y que habían sido secuestrados el 20 de agosto por el grupo integrista Yeish Ansar al Sunna (Ejército de partidarios de Sunna) cercanos a la red de Al Qaeda.

Y mientras el mundo seguía pendiente de la suerte de los dos periodistas franceses cuya vida pende de un hilo secuestrados por integristas que pretenden cambiar de esa manera una ley francesa que no les gusta, en un lugar llamado Beslan, Osetia del Norte, república rusa del Cáucaso norte vecina de Chechenia, un grupo musulmán perteneciente al grupo de Salakhin Riadus Shakhidi,  integrado por 17 hombres y mujeres fuertemente armados y con explosivos atados a su cintura, tomaron como rehenes a unos 350 ciudadanos en un colegio de esa ciudad, la mayoría de ellos niños, alumnos de un centro escolar que iniciaba ese día sus clases.

Al momento de escribir este artículo, ya habían muerto trece personas y se ignora el número de heridos. Los terroristas no permiten que ingrese comida o bebidas para los rehenes y amenazan con asesinar a grupos de niños si las fuerzas de seguridad matan alguno de los secuestradores. Los extremistas pretenden por este medio que la vecina república de Ingushetia libere a prisioneros de esa organización que tiene detenidos por actos de terrorismo.

La novedad es el uso de niños como rehenes y amenazados de muerte para obtener objetivos políticos. Esto ha señalado una nueva marca mundial en la olimpíada del espanto y los plusmarquistas ganadores de la sangrienta presea son nuevamente los hijos desnaturalizados y bastardos del profeta. 

LOS HIPÓCRITAS Y LOS IDIOTAS

Un par de reflexiones sobre estos brutales sucesos que han hecho retroceder a la humanidad en cuatro patas.

En primer lugar la constatación de que el terrorismo musulmán está fuera de control. Porque a esta altura es imposible tener siquiera una idea cabal de la cantidad de grupos, grupúsculos, brigadas, organizaciones, bandas y piquetes de terroristas islámicos operando a escala planetaria. Los múltiples llamados a la yihad “urbi et orbi” que en forma estúpida e irresponsable han hecho los aya tollas, jeques, santones, reyezuelos y dictadores musulmanes durante todos estos años, han dado sus negros y vandálicos frutos. Miles de sus feligreses se han embarcado en una verdadera competencia de crueldad y salvajismo para ver quien mata más y peor a infieles de todas las nacionalidades y religiones.

En segundo lugar que la comunidad internacional ya no puede seguir condenando a los cocodrilos y seguir tolerando al que cría, protege y alimenta a los reptiles, con la excusa de que necesita materia prima para fabricar zapatos. El terrorismo integrista no realiza operaciones de financiamiento como sus pares de otras ideologías porque están bien cubiertos por petrodólares que nadie ignora de donde provienen. Pero además de dinero reciben apoyo logístico, cobertura diplomática, refugio en varios países que son miembros de la ONU y hasta se dan el lujo de integrar la comisión de derechos humanos del organismo.

Todo esto sin olvidar el soporte ideológico, político, cultural y mediático que reciben desde el corazón mismo de los países agredidos directamente por los terroristas.

Y esto último nos lleva a una última reflexión sobre los hipócritas de siempre.

Como sabemos los organismos internacionales multinacionales más importantes han condenado sin atenuantes a estos hechos, más allá de las omisiones señaladas con los que alimentan al monstruo. Amnistía Internacional ya ha condenado tajantemente los atentados suicidas como crímenes de lesa humanidad y ha sacado un comunicado con referencia específica al ataque perpetrado por Hammas en Beersheva y a la toma de niños rehenes en Beslan. Seguramente otros como Reporteros sin Fronteras y Human Right Watch también lo han hecho o lo harán en las próximas horas.

¿Pero dónde están los hipócritas de siempre?

¿Donde están los que armaron el patético circo de Durban para acusar al sionismo de racista y asesino? ¿Es que no tienen nada que decir respecto a la locura homicida de los hijos del profeta?

¿Donde están los que en ocasión de las torturas en Abu Ghraib o de los sucesos de Jenin llenaron kilómetros páginas y gastaron ríos de tinta reclamando justicia y acusando en todos los tonos y de la peor manera a Estados Unidos e Israel?  ¿Donde están los banalizadores del mal que con una procacidad obscena trataron de equiparar el holocausto judío con lo que ocurre en Cisjordania? ¿Acaso esta orgía de sangre inocente derramada por no amerita al menos una leve reprimenda, un “caramba chicos, no creen que se les fue la mano”?

¿Donde está Noam Chomsky, Eduardo Galeano, José Saramago, Mikis Teodorakis, y toda la galería de hemianópsicos ideológicos, antiyanquis de profesión y judeófobos endémicos que pontifican permanentemente acerca del bien y del mal en los cenáculos intelectuales y en todos los medios de comunicación a su alcance? ¿Es que de repente se han vuelto sordos, ciegos y mudos?

¿Donde están estos eternos profetas del siempre inminente, pero siempre postergado, Apocalipsis capitalista, pero que mantienen los lujos de su estilo de vida burgués gracias a su habilidad para escribir mal de esta decadente sociedad occidental, judeocristiana, capitalista y globalizada, pero sin tener la honestidad intelectual de admitir que también es el único sistema que permite tal cosa a sus detractores sin hacerlos desaparecer o callar para siempre?

¿Dónde están los que se agraviaban cuando desde algunos decíamos que una de las claves del problema de la violencia desatada en Medio Oriente debe necesariamente buscarse entre quienes dirigen una civilización teocrática y totalitaria convencida de la superioridad de su credo pero obsesionada con la inferioridad de su poder?

¿Cómo harán ahora para demostrar que la culpa de esta barbarie la tiene como siempre los Estados Unidos o Israel?

Su silencio es atronador señores.

Pero no me cabe duda que una vez pasado el primer impacto del horror internacional comenzarán a salir de las cloacas los mismos sofismas retorcidos de los hipócritas de siempre que luego de una breve y genérica declaración de condena a toda clase de violencia, encontrarán la forma de adjudicar la culpa de todo a la eterna conspiración sionista americana que, desde los Protocolos de los sabios de Sion hasta las delirantes teorías que atribuyen los atentados del 11S a Israel o al propio gobierno americano, se han especializado en fabricar estereotipos para consumo de los idiotas microcefálicos pseudo progresistas que repiten fascinados cualquier virtualidad antisistema con la misma dialéctica de un loro pidiendo comida, como certeramente suele decir Fernando Savater

El problema es que estos idiotas y sus gurúes que se proclaman dueños de la moral, de los códigos éticos, y de la verdad revelada, sea política o religiosa, son los que tiene paralizado a occidente frente a la brutal y descontrolada agresión en ciernes del totalitarismo teocrático musulmán.

Decía el filósofo francés Andre Glucksmann que: “La estupidez es algo inquebrantable; no hay nada  que la ataque sin estrellarse contra ella. Tiene la naturaleza del granito, dura y resiste como él. En Alejandría, un tal Thompson de Sunderland escribió su nombre en la columna de Pompeyo con letras de seis pies de altura.  Puede leerse a un cuarto de legua de distancia. No hay  manera de contemplar el monumento sin ver el nombre  de Thompson ...”  “A su manera el estúpido es artista; quiere transformar su existencia en esencia, lo efímero en eterno... poco le importa destruir el soporte mismo donde pretende grabar su permanencia. No le importa demasiado contradecirse si, al hacerlo, persevera en su ser y trasciende los simples accidentes de recorrido que detienen al común de los mortales”.

El quinto jinete del Islam integrista quiere grabar el nombre de Alá en la estatua de la Libertad, en el Coliseo y en la Tour Eiffel. 

Estamos al borde de un abismo insondable. Los hipócritas de siempre están callados, pero pronto hablarán para decirnos que el peligro está en otro lado.

Modestamente opino que sería idiota seguir caminando en esa dirección.

Ojalá (Oh Alá) me equivoque.

Montevideo, setiembre de 2004.