Año II - Nº 94 - Uruguay, 03 de setiembre del 2004
  1 Campaa Mundial Seguridad en la Red
 
- El quinto jinete del Islam
- Sesenta años entre alzamientos armados
- Entre los fantasmas y la feria
- ¿Qué hizo Ud. por su Diputado?
- Consul: Liliana Buonomo - Desafío Cumplido
- Misas Campales
- Chairando Ideas: Que ellos pueden respaldar...

- Preocupaciones

- Los porfiados
- Para llegar a Europa
- Carter, Gaviria, el Petróleo y el Katchup
- La dignificación de la salud
- El día que me enderezaron el cactus
- Anécdotas Bancarias: Ingratitud
- Noticias de España
- Deportivísimo
- Buenas razones para
no dejar de fumar
- Hurgando en la Web: Historia de la Universidad de Montevideo
- Así Somos: Ricas Historias de nuestras vidas
- Emigrar a South Australia
- El inexistente salvajismo
- Bitácora Política
- Bitácora Uruguaya
- Información Ciudadana
- La Cocina Uruguaya
- Rincón de Sentimientos
- El Interior también existe
- Olvidémonos de las Pálidas
- Las Locuras de El Marinero

1 Campaa Mundial Seguridad en la Red

 
Mil cosas han sucedido durante toda una vida de trabajo. Sucesos jocosos, de irresponsabilidadtonterías, en fin, aconteceres que palpitan sentimientos y actitudes.
En una anécdota nos toca ser héroe, y en la historia siguiente somos infractores, representamos la inocencia y al instante conformamos el personaje que ha transgredido disposiciones superiores.
El anecdotario debe ser así, no con ánimo de sobresalir, sino con ánimo de ser sincero. Las cosas sucedieron y así las contamos. Aquí van mis historias, muy sencillamente narradas, en las que me tocó intervenir en todo el espectro de actitudes.
Los personajes que en ellas intervienen son reales, a veces son nombrados pero muchas veces he preferido dejarlas en el anonimato o con nombres supuestos, totalmente seguro de que al leerlas, cada uno de ellos verá y comprobará la sinceridad de mis narraciones.

INGRATITUDES

En el aeropuerto, en la Agencia.
Se acercó a la Caja abrazado a una rubia esplendorosa.
Estaban ambos radiantes, riéndose y mirándose muy profundo a los ojos, tal vez previendo un maravilloso fin de semana a todo gasto y placer.
Sacó su billetera, pero no miraba dentro de ella, miraba otra vez a los ojos de la rubia que sin duda lo traían mal...Sacó un fajo de dólares, los miró por arriba y me dijo como sobrándome:-
- Dame mil dólares en uruguayos, rápido por favor...
Tomé el dinero y lo conté.
- Caballero, me da Vd. quinientos dólares de más, aquí hay mil quinientos.- Ni me miraba, sus ojos tenían otro destino, el lago profundo de los de ella.
- Bueno,... dale, dame todo en uruguayos entonces.
Le pagué el contravalor correspondiente, se dio vuelta, la abrazó fuertemente por el cuello y se fue haciéndole arrumaquitos.
-¿Y la gratitud?..., alcancé a decirle con rabia, molesto con su indiferencia y desenfado.-
- No jodás, espetó, casi con desprecio... no ves que estoy ocupado?
Quedé furioso conmigo mismo, lo confieso, porque si por un solo momento, yo hubiera soñado con esa contestación… estoy seguro que ¡otro gallo hubiera cantado!