Elecciones 2004 SI GANA VAZQUEZ PERDERA LA IZQUIERDA
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En la medida que se aproximan las elecciones, el panorama político para el ciudadano indeciso se presenta confuso e incierto. El Uruguay de HOY y sobre todo el de MAÑANA necesita de la reflexión serena de todos los actores que participaran en las elecciones nacionales. Mientras aguardamos el resultado de las urnas con la esperanza de que los nuevos gobernantes afronten los problemas que vive el país, continuamos recogiendo la opinión de los ciudadanos fronterizos.
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Gualberto Cos
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En esta oportunidad lo hacemos con el periodista Gualberto Cos, de amplia trayectoria en la capital del país, quién comenzó diciendo que los "tonos triunfalistas de los candidatos son cada vez menos convincentes y el sufrido elector comienza a descreer de ofertas y postulados, por lo cual los porcentajes emitidos por las encuestadoras tienen valor relativo y no aseguran, de antemano, la certeza de un ganador. Estos próximos quince días de campaña serán decisivos para la toma de decisión que, por imperio de fatigas y fastidios, tendrá mucho de descarte y poco de convicción.
Los paupérrimos resultados de gestión, materializados en el declive pronunciado en la calidad de vida de los ciudadanos desde el advenimiento de la democracia, Marzo del 85 a la fecha, generan el desconcierto y la indefinición de los sectores menos politizados de la población, finalmente, los decisivos.
Las mutaciones estratégicas de algunos sectores carecen de originalidad y reafirman la percepción de estar en presencia de variantes demagógicas antes que en proyectos realizables. A ello se suma la sobrevaloración de la imagen mediática que surte un efecto indeseado en el elector, agobiado y saturado, y por añadidura, subestimado.
En ese sentido la opinión del ciudadano "de a pie", el que no milita, el que no asiste a clubes o comités, y que alcanza porcentajes cercanos a la mitad del electorado, es provisoria. Dependerá, en mucho, de la dinámica de los hechos venideros para transformarla en definitiva.
Sugestivamente, los partidos mayoritarios, arrecian en su prédica y producen un efecto contraproducente para sus intereses. Pero, según dicen los expertos en marketing político, es un "riesgo calculado" y los réditos se obtienen por descalificación.
Un breve análisis muestra al elector frente a este espectro, limitado además, por gravitantes hechos extranacionales, sobre los que no tiene injerencia pero que sí que le condicionan su supervivencia: precio del petróleo, imposiciones de acreedores, medidas proteccionistas, etc.
Partido Colorado
Habiendo llegado a los mínimos guarismos de aceptación popular por méritos propios, ha mudado su tradicional posicionamiento fundado en la presencia de figuras de primera línea - Batlle, Sanguinetti - por una opción renovadora.
La presencia, como candidato presidencial, de la figura de mayor prestigio que puede ofrecer este partido, el Escribano Guillermo Stirling, ex Ministro del Interior es un movimiento previsible que amortigua la caída hacia el desconcepto político.
Esta figura emerge con singulares expectativas para el electorado colorado y particularmente batllista (de los otros Batlle, nó del Presidente) para que consolide su presencia en el ámbito partidario y se constituya en el líder anhelado frente al desgaste irreversible de sus máximas figuras. Su excelente gestión como Ministro así lo avala.
La férrea limitación que a otros actores han impuesto las dos máximas figuras ya nombradas, propiciaron la fosilización del máximo órgano partidario. Nadie ha crecido significativamente bajo esas sombras.
El incipiente protagonismo del ex ministro Atchugarry fue rápidamente abortado. Nadie sabe los reales motivos.
La imagen del Presidente, deteriorada hasta extremos alarmantes, tanto en lo nacional como en lo internacional, ha coadyuvado sensiblemente a la baja performance partidaria. Soberbia, verborragia inconducente, impertinencia, ausencia de urbanidad y nulo olfato diplomático han colocado al país en una posición desconocida en el concierto internacional. Sólo sensible a los indicadores económicos y a la opinión de las calificadoras internacionales, pero insensible a los costos sociales de sus medidas, el Partido poco puede ofrecer para su reconsolidación, excepto que el elector vislumbre que la renovación va en serio.
Partido Nacional
Renovado, luego de su interna partidaria con la asunción del liderazgo del Dr. Jorge Larrañaga, emerge como el opositor más calificado al presunto favorito en las encuestas, Dr. Tabaré Vázquez.
Luego del período en el poder, 1989-1994, el Partido Nacional puede exhibir credenciales de eficiencia ya que los guarismos e indicadores de aquel momento se lo permiten. Su derrota en 1994 estaba relacionada directamente al deterioro de la imagen gubernamental y a los sonados escándalos que lo vinculaban a hechos de corrupción.
No obstante, al dejar el gobierno, las diferencias porcentuales no eran tan alarmantes como las presentes del actual partido de gobierno.
La candidatura del Dr. Larrañaga para el elector nacionalista ofrece, a diferencia del anterior gobierno de cuño Herrerista, la posibilidad de realizarse en un gobierno Wilsonista. Relativamente joven puede exhibir, entre sus logros, una atinada conducción municipal en el Departamento de Paysandú y una imagen sin máculas a ojos del elector. Como contrapartida debe acarrear, como lastre, un acompañamiento poco deseable. De su flexibilidad dependerá, en gran medida, las posibles adhesiones a un eventual ballotage ya que no cuenta, entre los sectores que lo apoyan, certezas de credibilidad.
Encuentro Progresista, FA, NE, etc.
Con la delantera en las encuestas y con un triunfalismo desmedido esta coalición, definitivamente alejada de sus orígenes frenteamplistas, ha aglutinado en su entorno a sectores que, hasta otro momento, era impensable su adhesión (entre otros, el Sr. Gaggero, por ejemplo). Las antiguas estructuras ideológicas han cedido paso a necesidades numéricas. Superados, por el contexto internacional, los antiguos "partidos de ideas" han actualizado procedimientos y objetivos y se han tornado, occidentalmente, más pragmáticos.
De los antiguos y denostadores argumentos respecto de las prácticas políticas de los partidos tradicionales sólo queda el recuerdo. Hoy "hay que abrazarse hasta con la culebra" según dice el Senador Mujica y la prolija prevención de no transformar lo ideológico en populismo se ha desvanecido.
Su presidente, Dr. Tabaré Vázquez, ciudadano clase "A" de acuerdo a la selecta taxonomía democrática de la dictadura, hoy lidera a quienes aún recuerdan los horrores de aquella. Las piruetas de la memoria parcializan los recuerdos de los infames actos institucionales.
Con una interna no muy clara donde las figuras emergen y se sumergen en consonancia con las circunstancias, cuenta con el coherente discurso de sectores ajenos al líder pero disímiles entre sí, MPP y Asamblea Uruguay, por ejemplo. Si se debiera valorar historia y genealogía de esta coalición, esta corrección hacia el centro permite generar dudas que no sosiegan al varias veces citado elector indeciso. Políticos de probada eficiencia y trayectoria como el Arq. Arana, Ec. Astori, etc. prestigian el posible triunfo pero, en cambio, el liderazgo endeble y vulnerable del Dr. Vázquez lo hace dudoso.
Al decir de un conocido escritor: " puede ganar Vázquez pero, si gana, seguramente perderá la izquierda".