Año II - Nº 87 - Uruguay, 16 de julio del 2004
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Restaurante Uruguay
busca adicionista

por Germán Queirolo Tarino

Los cambios en la cocina política vistos un tanto en broma

El conocido Restaurante Uruguay, ubicado en la privilegiada esquina de Uruguay y Río de la Plata, busca un adicionista para ocupar la caja durante la próxima administración.

Se comenta en círculos gastronómicos, que existen negociaciones para que el conocido centro gastronómico, pase a manos de nuevos dueños a partir de Marzo del año 2005.

Según fuentes allegadas al actual propietario, -último de una familia que durante cien años manejó el negocio con importantes aciertos llevándolo a ser uno de los más populares del barrio,- estaría un tanto harto del negocio, ya que a pesar de darle un imprevisto giro en su menú y decoración, así como importantes reducciones de personal, que lo transmutaron su ambiente íntimo y cálido en un centro de fast food muy a la moda de la región, los comensales han optado por otros restoranes, incluso bastante alejados de la zona, donde se sirven comidas exóticas como la española, mexicana, etc.

El Restaurante Uruguay, que otrora fuera una de las más destacadas parrilladas de la aldea global y donde buena parte de los habituales parroquianos se sentían satisfechos tanto con la atención como con el menú, ha devenido a restaurante vegetariano, sirviendo especialidades basadas principalmente en el arroz, los tallos de acelga, los papines fritos en grasa y los fideos con aceite.

Tal vez esta haya sido una de las más importantes razones en la gran merma de la clientela ocurrida en el transcurso de los últimos años.

De el extenso menú a la carta en el que se incluían platos tan variados como el puchero a la española, el chupín de pescado, el pollo al horno con papas y los típicos platos provenientes de la parrilla, con precios módicos y atención casi personalizada, se ha pasado a un menú monocorde y exiguo, consistente en variaciones realizadas principalmente con vegetales, pastas y platos en base a grasa picada matizada con alguna ocasional miga de carne al que el administrador, eufemista de indudable talento, denomina “picada común”.

La bebida de consumo obligatorio, es un vino rosado bastante aguachento que jamás ha tenido contacto alguno con una uva.

Los tiempos de los finos vinos blancos, de rancia estirpe y firme carácter, así como de los vinos tintos, más populares y provenientes de las vides de los italianos de la perifieria, quedaron atrás remplazados por esa mezcolanza barata vendida a bajo precio.

Los tres o cuatro platos, que se repiten insistentemente en el menú, ha llevado a los comensales, aún a los menos exquisitos, a buscar mejores opciones fuera del barrio.

La atención por otra parte, también ha sufrido importantes cambios en los últimos tiempos y ni que hablar de los precios que se han incrementado en forma harto notable para satisfacer las demandas de los proveedores.

Tiempo atrás, no había ningún restaurante en el barrio Latinoamérica, que contara con una atención tan personalizada para todos sus clientes, sin importar su condición social ni sus posibilidades económicas.

Los comensales eran atendidos con estudiado esmero desde que el tío abuelo del actual propietario, advirtió que para competir adecuadamente en ese rubro tan exigente, debía priorizarse el confort de los clientes y actuó en consecuencia.

Lejos de ser un establecimiento lujoso, Uruguay se destacó por atender adecuadamente a un número más bien bajo de clientes.

Así fue que nació el slogan publicitario que durante seis décadas simbolizó al establecimiento: “Como el Uruguay no hay” Este letrero, largamente vinculado a la familia propietaria, está arrumbado en el cuartito del fondo, lleno de óxido, algas, líquenes e incrustaciones orgánicas debidas al abandono.

Actualmente, el legendario restaurante, se ha convertido en un local de comidas rápidas, que atiende a los comensales ponto y mal con escaso personal y recursos mínimos.

Mientras el dueño alternativamente pasa del llanto a las disputas con sus colegas, el administrador interviene permanentemente en la cocina, negándole recursos al chef e instándolo a reducir costos.

Así es que los clientes otrora atendidos por meseros dedicados y atentos, que solían conversar con los clientes, interesándose por su salud, su educación y su bienestar, ahora deben hacer largas colas con una charola de metal entre sus manos, para esperar que se les sirva su cotidiano plato de fideos o arroz, a la vez que permanentemente el precio del cubierto les resulta más y más oneroso.

Paradójicamente, como si se tratara de un ambiente decorado por un demente, las comidas son servidas en un ambiente de penumbras, alumbrado con tímidas velas sobre el mostrador, y caldeado malamente con ladrillos calientes, colocados estratégicamente cerca de los pies de los comensales.

Los servicios ofrecidos han sido altamente diferenciados en base al poder adquisitivo del cliente, y sólo gozan de esmerada atención, los comensales provenientes de los barrios elegantes que usufructúan el “Salón Carrasco”, que cuenta con varios mozos para cada mesa, vigilancia privada en la puerta y vista al mar.

Cabe destacar, que también reciben una atención especial, aunque de elevados costos, los clientes del Restaurante Argentina, sito en vereda de enfrente, sobre la calle Río de la Plata, que cierra durante los meses de verano.

Llegados a este punto y convencida de la inviabilidad del proyecto comercial, la familia propietaria del local ha hecho reiterados intentos por rematarlo, pero la oposición de clientes y el personal, que con reiteradas votaciones ha impedido el que se concretara la subasta, -aunque no evitó que algunos de los servicios prestados a los clientes-, pasaran a manos de terceros a la vez que otros fueran directamente suprimidos.

Es por eso, que no parece nada extraño, que el rumor que corre sobre la venta definitiva del restaurante, que durante tantos años perteneció a la Familia Batlle, se concrete en los próximos meses.

Las nuevas propuestas:

Tres empresarios están interesados en la adquisición del local gastronómico, aunque según hemos podido saber luego de exhaustivas investigaciones, sólo dos de ellos contarían con la suma de dinero necesaria para llevar a cabo la operación.

Hasta ahora, nuestros sondeos indican que quien está más próximo a concretar el el negocio es el popular chef T. Vázquez, quien propone el retorno a las viejas tradiciones de atención personalizada, que para algunos de sus competidores tanto internos como externos, están perimidas por su elevado costo para la empresa.

Consultado por nuestro medio, el aspirante afirmó:

“Creemos que por más que buena parte de los clientes se haya ido en busca de otros rumbos, no es imposible presumir que retomando nuestro menú tradicional a base de carne, atendiendo debidamente a todos los clientes y equilibrando la atención”

“Nuestro problema es el adicionista. Estamos buscando una persona centrada, que aunque no sea absolutamente leal a nuestro proyecto, tenga una imagen aceptable tanto para clientes como para proveedores.”

“El dueño anterior comprometió bastante el patrimonio de la empresa, por lo que el adicionista, -que además deberá ser administrador-, tiene que tener buenas cualidades negociadoras, tanto para que los clientes no me lo miren torcido como para que los proveedores no nos cierren el crédito”.

“Habíamos pensado en el Gallego Iglesias, que tiene una importante trayectoria así como un currículo impecable, y que por otra parte ya ha trabajado anteriormente en este mismo local.“

“Pero como se encuentra trabajando para una cadena internacional de proveedores, hemos decidido no hacerle propuesta alguna de momento. Nos sirve más donde está, ya que el Restaurante Uruguay mantiene importantes adeudos con la cadena en la que el Gallego presta servicios.”

“obviamente, tenemos entre nuestro círculo de amigos, otros administradores versados, pero los proveedores no miran con confianza a la gran mayoría de ellos. Por eso pensamos que optaremos por Danilo, con quien hemos tenido en el pasado, en el presente y en el futuro, algunas diferencias mínimas, chiquitas, ínfimas, en lo que se refiere a la óptica empresarial pero que tiene extensa fama de buen pagador y no está mal mirado tampoco por los clientes.“

“A diferencia de otros administradores, Danilo es también un chef aficionado, contándose entre sus más maravillosas creaciones culinarias, platos como los “Nicolinis Envueltos”, las “Ancaparras asociadas con salsa brasilera” y su última creación, los “Proyectos fritos”

Su abuso de una salsa de su invención llamada “nibola al frente” lo ha expuesto más de una vez a críticas, y otro tanto le ha generado su preferencia por el “Vino Ajoder” en su variedad rosada que bebido en demasía genera no pocos dolores de cabeza a sus amigos, seguramente por exceso de añejamiento.”

“Con estos excelentes antecedentes como chef, confiamos en mantenerlo lo mas lejos posible de la cocina”, nos confesó el candidato con un gesto ambiguo en el que se mezcló una amplia sonrisa y un par de lagrimones.

Salinas 15 Julio de 2004.